ESCRIBIR UN LIBRO, PLANTAR UN ARBOL, TENER UN HIJO

Todos han oído y repetido esta frase mas de una y mil veces, pero
pocos saben en realidad su origen, y muchos más desconocen su real
significado. La expresion corresponde y forma parte de un mayor
texto llamado “El mensajero del Islam” escrito por el profeta Muhammad,
Mohamed o Mahoma para explicar el contenido de su Fé.

Uno cualquiera de nosotros puede dar su interpretacion personal
sobre tan importante asunto. Este humilde comentarista de lo
cotidiano, para no quedar muy atrás en la fila de filosofos
aficionados, dará a conocer en breve texto su personal version y
explicacion del notabilísimo asunto que hoy nos llena las vacías horas
de una vejez muy merecida.

Y éstos son mis pensamientos, y éstas mis explicaciones
referentes al famoso aserto de Muhamad el Profeta. No es un
alarde de genialidad mal entendida ni la soberbia del sabio la que me
guía, sino la lógica de las cosas y las cosas de la lógica.

Escribir un libro es dejar por escrito lo que uno aprendió de
los antiguos y de los contemporáneos, contribuyendo así y de esta
manera al mayor acopio de sabiduría posible en beneficio último de
las generaciones que vendran.

Plantar un árbol es sin que nadie lo dude contribuir al
mejoramiento de la Naturaleza, mejora el medio ambiente, conserva
el ecosistema, y hace más respirable el aire, sustento indispensable
para la vida en el planeta. Dejaremos de esta actuación el mejor
legado posible para nuestros descendientes: la inmensa fortuna de
tener y contar con una economía autosustentable, sin tener que
despilfarrar o destruir los recursos de la Naturaleza.

Por último, tener un hijo, Esto no merece explicación, porque la
explicación es obvia y las razones varias y sobranceras. Es necesario
por razones de utilidad pública mantener una fuerza de trabajo
suficiente para las tareas diarias y usuales de sienbra y recolección
de productos.

Es en fin de cuentas un código de conduca asequible y
aceptable para cualesquiera ser pensante. Lo cual nos lleva en
volandas a otras y diversas consideraciones relacionadas y
entrelazadas como tela de araña. Un hombre debe y puede por obra de
su libertad, escoger sus propios e inalienables códigos de conducta,
ética, y estética – tomados de cuantas fuentes de conocimiento tenga a su
disposición, hoy cosa factible por la existencia de la Enciclopedia
mas grande del mundo, la dichosa Internet. El hombre tendrá así por
primera vez en toda su historia un código de conducta ínico, elaborado
por él mismo a la medida de sus necesidades y sobre todo sin
intervención de agentes externos, sin tener nada relacionado con todo
aquello que no le concierne.

Sólo así, de esta sin igual y singular manera, podrá el hombre
alcanzar y gozar de la libertad plena por medio de su propio albedrío.
La libertad de decidir su propio destino, sin la intervencion de
factores condicionantes, sin guías espirituales quienes sólo buscan la
satisfacción de la carne mientras ruegan a Dios por la salvación de
sus almas, queriendo imponer a los demás códigos que ellos mismos no
cumplirán jamás.

Contra esa fatal hipocresía el hombre luchará armado de su
código personal de conducta y ética. Jamás será derrotado aquel
quien luche contra la hipocresía con la verdad por delante. Todo ser
humano que utilice como escudo protector la fortaleza de sus ideales
y la entereza de sus convicciones morales jamás sera derrotado,
siempre saldrá triunfante y nunca será vencido.

Tenganlo muy en cuenta los traidores de siempre, los
sátrapas, dictadores, y tiranos – y también y asimismo los diablos del
poder absoluto que por el mundo pululan y disfrutan del poder
disfrazados de demócratas.