Tumba es la palabra final con la que el destino resuelve el
crucigrama de la vida, Por esa sola razón, ante una tumba abierta
cesan los partidos, desaparecen las diferencias y debe el olvido
llenar toda apariencia, desaparece el odio, el rencor. Ante una tumba
abierta sólo hay silencio, cesan todas las voces, el tiempo detiene
por un momento su marcha para reanudarla de nuevo. Los ruidos
aparecerán después, y volverá a repetirse el ciclo de maldad en que ha
convertido la vida el traidor de siempre, el Hombre, en su infinita
capacidad para hacer el mal, destruir lo que ama y evitar el
arrepentimiento.
Ante una tumba abierta sólo cabe el silencio, la cabeza
descubierta, el sombrero en la mano,un rezo silenncioso. No ha lugar
a discursos rimbombantes, ditirambos, aves de rapiña sobre el cuerpo
deslumbrado, No al elogio, no al discurso, no a la lágrima imitada,
Sólo el respeto, el íntimo decoro, el amor al prójimo que murió en su
lucha.
Ante la tumba cerrada, piensen en lo humildes que son los muertos.
Ellos se conforman con una vela encendida y perenne, una flor, una
piedrecilla, un ramito de laurel. No necesitan más, pero los hombres se
empeñan en complicar las cosas, y ordenan celebrar de nuevo rituales
mortuorios en cada aniversario. Algunos, que ojalá merezcan el
perdón, ni van al cementerio ni al ritual mortuorio. Creen haber
cumplido sus obligaciones cubriendo sólo el gasto. Vaya pensamiento!