MENSAJE A UN PANA BURDA HERIDO DE METRA POR UNA METRA SUPUESTAMENTE PERDIDA

Sinceramente le digo, querido amigo mío, aunque de cara no lo
reconozco por la invidencia actual no lo permita, pero sí su
apellido trae a mi memoria tiempos de una juventud ya perdida en
Santa Teresa del Tuy donde recuerdo vivió alguien con su mismísimo
apellido, motivo por el cual usted debe ser su descendiente. Por ese
motivo y el de ser solidario con la lucha que hoy motiva su diario
quehacer con triunfos obigantes y necesarias derrotas, que piense
bien en estas horas de necesario descanso, mientras ve con sus ojos
claros de italiana herencia en la lucha que ya lleva años sin
resultado, avanzando solo milímetros, sin resultados, sólo muertos
indefensos, jóvenes con apenas 20 años, vidas truncadas por un
destino avieso e inmerecido. Piénselo, y lo agradeceré mucho, tanto
como aquellos que como yo están fuera de juego por la edad y el miedo
de caer heridos junto con los jóvenes en cualquier momento. Y si
conveniente le parece a Usted, llámenlos y dígales que es hora del
repliegue y el recuento, del saldo y evaluar el resto, Que los
muertos obligan con su gesto hasta empeñarse a fondo en la batalla
hasta el total éxito, que no hay sustitutos para la victoria.
Dígales que no creamos más en embarazos de pajaritos, ni que la
luna es pan de horno. Hora de no creer en lágrimas de cocodrilo, ni
en cantos de sirena, ni en palabras de los borrachos de poder para
que admitamos una paz vergonzosa, ni en mediadores de santurrones
quienes nada tienen que ver con el conflicto, son pescadores en río
revuelto viendo en qué pueden beneficiarse, que provecho sacarán y
en el momento que puedan retirarse de la mesa donde apostaron alto y
retirar las ganancias sin ningún sobresalto. Pecadores de sus
propios pecados, y de nuevo pecar por cuanto el negocio es bueno.

Dígales basta de gastar pólvora en zamuros, que la conserven seca
y cuando la necesiten, la utilicen con pulso firme el ojo en la mira
y el disparo en el centro de la diana.

Estos zopilotes, neosalvadores de la Patria, nos han puesto
riéndose de todo el mundo, en un falso dilema: te vamos a matar si
no nos sigues, o tendrás que matarnos a nosotros, Falso dilema cual
ninguno, pues no es necesario que nadie muera, al pensar que somos
todos conciudadanos, tenemos la misma Patria como Madre y nuestros
hijos van a las mismas escuelas.

Otro falso dilema: nos han puesto por su deshonroso proceder,
frente a la muerte si avanzamos, y a un mismo tiempo nos cierran la
retirada. Nos dicen: No hay salida! Cuando hay cientos de salidas a
los ojos de una negociación bien entendida, cuando las buenas
intenciones dominen las conciencias y la Paz anime a los espiritus
descarriados.

Me despido, amigo Carlos, con los mejores deseos de una pronta
recuperación y su vuelta a la lucha y feliz arribo a la Victoria, la
Paz renovada y al Nuevo Día que amanecerá, posiblemente, mañana.

NO PREGUNTEN QUIEN MATA

NO PREGUNTEN QUIEN MATA ni por
qué mata, ni a quién mata, porque están matando por nada y puede ser
que te maten a tí también. Pregunta en vez de eso, por qué no hay
nadie quien pare la matanza, ni aquí dentro, ni allá afuera, ni
arriba, ni abajo. Y no debes preguntar sencilla y llanamente
hablando, porque te habrás de enterar: quien sí puede parar la
Gran Matanza, está mirando para otro lado, donde sí hay otras
matanzas que interesa más detener en nombre de la Libertad. Te
enterarás así mismo y también, de un pasón y fumarte una lumpia,
que eso te pasa por confiar en quien no debes, pues debes confiar en
tí mismo primero y después en los demás. En fin y al fin, qué más
da, toma la antorcha y marcha hacia adelante, sin vacilaciones,
porque vacilar es perderte. Adelante, siempre adelante, nunca hacia
atrás, porque además que para atrás espantan las sombras de las
marchas anteriores, te vienen acechando los traidores de siempre.
Sépanlo de una vez, estimados jóvenes universitarios que hoy se
inmolan ante el altar de una Patria envilecida, envejecida, arruinada,
que sólo espera por tí, allá, en el horizonte del Nuevo Día que
amanecerá mañana.

EL LLANTO QUE NO CESA

La lágrima no cae, el dolor no termina, la noche es más oscura, la
tragedia se entroniza, las flores se marchitan, el océano no se
mueve, el viento vuelto polvo, revertido en lodo donde todo mal
prospera y todo bien se ahoga.

Llora el sembrador sobre la tierra porque la agotó el viento y
la sequía, porque la desidia de los otros la convirtió en desierto
para todos los dias y la condenó a muerte por todos los tiempos.
Llora el médico lágrimas amargas al pie de las camas donde yacen
muertos sus pacientes por falta de medicinas negadas por la chusma
que las acapara en demasía y con demasiada mala intención. NO hay
ser humano sobre esta tierra desgraciada que no llore la
ausencia de alguno de sus miembros, la invalidez de otros
atropellados sin remedio, que no se agolpe a las puertas de la Morgue
en espera le entreguen un cadáver en tan mal estado que no podrá tener
seguridad si ese muerto es el suyo o el de otro buscado por otro
quien justamente está parado a su lado,

Lloran las madres casi todos los días, desde el recuerdo de no
haber podido detener la salida de casa de sus jóvenes hijos, armados
sólo de una cédula, un carnet estudiantil, y un boleto de Metro que no
podrán usar porque lo han cerrado los jenízaros y el brillo de las
armas de fuego rapido.

Lloran todos porque una manga de invasores, sus propios
ciudadanos, han invadido su propia tierra, aplicándole la política de
Tierra Arrasada, heredada del peor Stalin de todos los tiempos, y
todos ven con los ojos llenos de lágrimas, como arden los centros
comerciales despues de haber sido saqueados, las fábricas
destruidas, los ríos secos, llanuras inundadas. Parece, podría
decir un campesino, que la Naturaleza se vengó de los agravios
que un mal día un mantuano caraqueño lanzó sobre ella, desafiándola
al amenazar con doblegarla si no permitía el pretendido afán de
libertad de unos cuantos.

Ya no hay ideologías, doctrinas, políticas de estado,
intenciones, metas, programas, líderes conductores, banderas. Todo
eso se esfumó en el aire como el humo se disipa después de apagar
los hornos en las panaderías, y cerrar las cocinas de las casas y los
restaurantes. Vista desde la altura, sólo podrá verse una masa humana
informe, deforme, que encoge y estira al capricho de un destino de
muerte y destrucción incluída en un nuevo Decálogo del Mal: matarás
a cuanto ser viviente encuentres, robarás, violarás cuantas
encuentres en las calles sin fijarte, asaltarás las casas en busca de
comida, romperás las paredes y las puertas de casas y apartamentos
dándole fuego a todo lo que encuentres. Y en un momento desapacible y
lento, oiremos todos la voz y veremos la imagen repetida en toda
la ciudad, del nuevo Nerón en el Palacio cantar y bailar al son de
una orquesta inexistente, música pregrabada de antemano, delante de
una multitud de antaño, engaño tan burdo que todos descubren. Pero
eso no importa, lo que importa es el show, y el show debe continuar.

Pero, pregunta el reportero, no hay forma de detener esta
tragedia? Nadie contesta, hasta el momento cuando la voz de la
conciencia proclama a los cuatro vientos, Sí la hay! Por mi fuerza,
la de la conciencia del Hombre civilizado, por la fuerza unida de
civiles y militares, por la unión, siempre la unión, de todos –
campesinos, obreros, comerciantes, pequeñoburgueses, intelectuales,
filósofos, pensadores, periodistas, todo el grandioso espectro de
la sociedad del hombre.

Y así será, podrán decir los augures, porque así quedó escrito
en los antiguos papiros faraónicos – Así será, porque lo que ha de
ser, será para siempre y por siempre hasta el final de los tiempos que
vendrán!

Que serán mejores!

Amén, dijo el Omen y desapareció en la Altura, como ha sido su
costumbre desde los días que se fueron y que eran peores.