PERDURAR ES TODO

Quien trabaja en el mismo sitio por más de 60 años, jamás se irá de
allí, ni siquiera después de muerto: dirán que su fantasma recorre
los viejos corredores todas las madrugadas, Y otros, dirán que lo ven
también cruzar la puerta todos los días comenzando en seguida a
trabajar.

Si tiene un hombre la suerte inmensa de lograr vivir en la
misma casa por 6 décadas, jamás abandonará su casa – las paredes
conservarán el calor de su cuerpo y repetirán las frases que le oyeron
decir en todos esos años, Eso dirán quienes conocieron casa y dueño.
Es la imaginación, dirán los incrédulos – pero no se atreven a pasar
la noche bajo su techo.

Un hombre que se una a una mujer, viva y la ame toda su vida,
vivirá siempre con ella en el recuerdo de quienes los conocieron y
estimaron.

Un árbol vibe mientras lo visite quien lo haya sembrado, Si
pasa el tiempo y no recibe esa visita, morirá de pena y sólo quedará
un tronco seco, una hoja mustia y un perro echado.

Perdurar lo es todo, por cuanto lo que no perdura se lo lleva el
viento, naufraga en un momento y desaparece entre la sombras
y se vuelve sombra para siempre y por siempre.

EL HOMBRE ES UN ANIMAL

Pero qué animal, señores, qué animal!

El hombre no es un ser superior, ni un ser inferior. Cuando más, es un
ser del extremo más desarrollado. Del otro extremo, estaría aún
hoy, la horma unicelular de vida, la amiba. Quedó relegada a vivir en
el agua sucia de lagunas pantanosas, donde ningún animal humano se
atreve a tomar un baño. Si lo hace, la amiba de vida libre, así
llamada, puede provocar la muerte del ser humano si penetra por los
orificios nasales al cerebro, infeccion que por su rareza no tiene
tratamiento. Muerte segura. Cuidado, hombres animales.

El animal hombre se autoproclamó rey de los animales. Que vaya
y se lo diga al animal león, a ver qué le responde, Pero, avisado,
pregúnteselo desde muy lejos.

Tambien se proclamó rey de la creación, rey del mundo, y para colmo
rey del universo. Son muchas coronas para una sola cabeza, por eso
no ha podido coronarse. Pero pretende que le rindan tributos reales,
como ser el amo de la tierra, de la riqueza y el derecho de pernada.
Cada vez que trata de cumplir lo de la primera noche, lo atacan a tiros
y lo hacen correr, lanzarse por la ventana o arrojarse por el balcón.

La cosa no quedo ahí nada más. No, el desgraciado fué mucho mas
lejos en su locura total: le negó a sus hermanos animales ser
iguales a él, que tenían sentimientos, pensaban, formaban
familias, tenían hogar, hembra e hijos. Alguien debió decirle que se
metiera selva adentro en el Africa Central y visitara a los grandes
monos, los gorilas, y viera, como lo hizo una curiosa antropóloga
y los filmó desde lejos.

Todo esto podría llevar al más desprevenido de los seres humanos
a profetizar, como lo hizo George Orwell, una rebelión de los animales,
que obligue a los hombres a aceptar de nuevas maneras su condición
animal.