Libros Libros Libros

Libros por toneladas, libros por todas partes
por donde quiera que pises, pisas un libro
abierto o cerrado, es lo mismo, es un libro
y los libros hay que evitar pisarlos en un descuido.

Libros sobre la cama, libros por debajo
de la misma, libros en el sofá de la sala
libros en los estantes, a tres en fondo
qué barbaridad de libros, qué montaña

de libros leídos o por leer algún día
– de historia, ciencias, filosofía, política
y quién sabe qué otra barbaridad contenían
tan numerosos libros estando al día.

Libros en la cocina, al lado de la comida
grasientos por contagio de tanta zalamería,
libros encima de la lavadora, mojados
y secados al sol del mediodía. Esa casa

no contenía libros; los libros la contenían
a ella, y sus habitantes por ende vivían
dentro de un libro, apartados del mundo
y de su cotidianía. Mundo propio, aparte

rayano en un mundo de locura, de tanto
conocimiento acumulado sin tiempo
para amar, vivir el día a día, vivir la vida
estaban muertos, y ellos, mi Dios no

lo sabían todavía: lo sabrían mañana
cuando al tratar de abrir la puerta
de salida, se le vendrán encima el montón
de libros que como trampa encima

de la puerta, estaban a la caza
de sus potenciales y seguras víctimas.
que quedarían muertas, a las puertas
de la casa de los libros y las letras.

Sentirse en Casa

Sentirse en casa es sentarse a la mesa
una tarde al torpor del mediodía
acompañado de su esposa que lo mima
a comerse su postre favorito; a releerse

la poesía de sus antepasados que le es muy grata
y le trae recuerdos de sus amores primeros
con esa mujercita convertida para él ahora
en virgencita de sus adoraciones

Sentirse en casa es dormir en propia cama
después de largo viaje por extraños países;
no importa cuán revuelta esté la cama
entre sábanas, almohadas y almohadones

Que tendrá esta cama, se dice mientras
dormita, que no tengan otras, si otras son
mejores? Nada, se dice, mientras piensa
que cama es cama, no importa cómo la

componen. Pero no es cierto, en esta
se duerme mucho mejor, mejor se
descansa, no hay como la cama propia
de las duras caminatas que depara cada

día. Sentirse en casa es escuchar el sonido
de la música que les gusta a ambos, las sonatas
de Beethoven por ejemplo, los Nocturnos
de Chopin de nuevo al lado de la bella

que lo inquieta y despierta sus pasiones.
No se siente uno bien caminando las calles
mas famosas de famosas ciudades:
Broadway, la Quinta Avenida, la calle

Corrientes, Montparnasse, los Elíseos,
el Kurfurstrasse, la Unter den Linden –
es más grato caminar la calle donde está
su casa. No es grato visitar las grandes

tiendas europeas; más se saborea darse
una vuelta por la bodega de la esquina
echar un palique con el portu dueño de
la bodega y admirar el queso de mano
que con placer exhibe. Por eso no se puede
perdonar a esa banda de ladrones a que nos
sintamos mal en otras tierras y vivamos
añorando la nuestra y nuestra casa

soñando con la vuelta casi imposible ya
viendo a los hijos crecer en otra tierra
hablando en otra lengua, educándose
creciendo con amigos que ni siquiera

conocen donde esta situada esa nación
extraña llamada Venezuela. Mal rayo los
parta que nunca tengan descanso
en esta y en ninguna otra tierra.