ESTA TRISTEZA ES MIA

Esta tristeza es mía y sólo mía. Es producto de toda una vida de
tristes experiencias decantada en una sola y grande la tristeza mía.
Ella llegó para quedarse y al parecer no me abandonará ya nunca más
hasta la muerte propia . Aprendan, seres innobles que ahora por
todas partes aparecen como fantasmas en ruinas, aprendan a
respetarla cuando la vean pasar de mi brazo por el frente de sus
casas. Ella representa y juega un gran papel en la historia de mi
vida, Y es más, todavía queda algo más por considerar: esta tristeza
mía forma parte de una gran tristeza colectiva, total, solidaria, es
la de todo un pueblo, el mío, quien hoy yace sumido en la más grande
tristeza que haya conocido en todas las décadas vividas después de la
primera guerra civil, llamada también guerra de la independencia.
Aún no termina, y no parece terminará jamás, por los vientos de guerra
traspasando todas las barreras. Esa es otra de las causas de esta
tristeza, ya no tan solo mía, sino de todo mi pueblo. Hemos perdido
la alegría en un recodo del camino y hemos sido invadidos por la Gran
Tristeza. Basta tratar de oír la música por los caminos de la Patria
y por las calles de la ciudad en ruinas, no oye nadie la música
alegre de las noches caraqueñas. Sólo silencio, el silencio de las
tumbas y los cadáveres andantes, el silencio de las mazmorras donde
los prisioneros sufren en silencio las ofensas y la alarma del
destino incierto y de la palabra no recordada, la palabra Libertad.

Pero un día, un sólo día en el futuro de todos los pueblos
del mundo, abrirán las puertas de las cárceles y saldrán los
prisioneros, en brazos de la gente, sus familiares y sus enfermos. La
alegría volverá a ocupar su puesto, la música alegre resonará por
todas las ciudades y los puertos, la gente bailará en las calles
nuevamente y un aire solidario entrará en las chozas, palacios, todas
las casas, las almas y los barrios.

Todo volverá a ser paz en la hacienda de Altamira y los altamiranos
vendrán de nuevo a cantarle a sus pagos, y nosotros a los esteros y
las muchachas de medio pelo y de pelo entero.

LA VOZ DE LOS POETAS

No termina nunca, por cuanto no puede terminar nunca. Quien pretenda
mantener callado un hombre, será su condena el no poder callar el
mismo para siempre, y vivirá la locura eterna de oírse a sí mismo por
toda la eternidad que así lo espera y lo hará rogar a los que lo
calle porque no aguanta más el sonido de su voz y el alarido de las
fieras que los siguen como animal malherido.

La voz de los poetas es la voz de la poesía misma, es la voz del
hombre, la de la libertad y el libre albedrío. No podrá ser
silenciada o anulada por la de un mandante atornillado en la Nada.
Los mandantes no hablan, sólo rugen quizás y nadie los oye por
cuanto no dicen nada, voces son sonidos de cuerdas destempladas,
ruidos, sólo ruidos, nunca la voz de una poesía.

La voz del hombre debe venir desde muy lejos, y quizas la trajo
con él, no la adquirió en el camino. Por esa sola razón, su voz será
eterna y desaparecerá cuando el último hombre haya desaparecido
también de la faz de la tierra.