La Cuerda

La soga al cuello: original castigo de robo de caballos o ganado en el oeste norteamericano. Actualmente, castigo ofrecido, deseado, buscado, nunca cumplido, para ladrones insuperables del erario nunca castigados, protección oficial de por medio.

Cuerda: artículo con el cual se amarran los zapatos; los zagaletones, siempre bromistas como nadie, inclusive este cronista de tiempos memorables, a veces tienen ocurrencias similares a las tomadas por ciertos militares, les amarran los zapatos al gobierno, para hacerlo salir del ruedo de espontáneo. Si esto no lo hace, le dan una suave ayudadita, una empujadita,
femenina de empujoso, ay caiga suavemente sin hacerse daño ni el gobierno ni su gente. A veces el azar, como es costumbre del azar, no pasa totalmente lo esperado; alguien sale lesionado, pero no del gobierno ni su gente, sino algunos de los mirones de siempre. Es tanto el sacrificio junto al esfuerzo de no hacer ningún daño a los mirones, resuelven, sacrificados por el bien común como son todos los (los militares, no los del pueblo) resuelven quedarse eternamente cuidado no se les vuele el sombrero en un ventarrón de esos ocasionales cuando las cosas peores se van poniendo.

Cuerdas de matones, recorren los barrios donde viven ellos mismos, regando vainas de caraotas negras por el piso, haya trabajo de recogerlas, haya comida para comer caraotas negras con queso, el mismo comen sus gobiernos a satisfacción de los matones.

Cordones, cuerdas mas largas, mas gruesas, amarran las botas de guardianes de la paz de la república, malos hijos de la patria quieren verla arrastrada por las calles. Ellos, héroes homéricos, los harán morder el polvo, así sean mujeres. Los pétalos de las rosas, carmines mejillas femeninas, son para acariciarlas no para escarnecerlas. Buy, as usual, that dress is bigger than needed. Pero, esa es comida demasiado buena para paladares tan novatos. Son un fracaso! Las manifestantes, alarde de feminidad triunfante, terminan en el suelo, golpeadas, humilladas, símbolo vergonzante de una Venezuela olvidada, orillera, malasangre. Desastre incomparable: ningún país muestra iguales imágenes, rostros semejantes. Ninguno. Los países abren la boca de asombro, no para condenar esos actos tan brutales. Para silenciarlos, no sean publicados, sean ignorados por el resto de una población embrutecida por el medio. Suena duro el hablar de eso. No hay manera de suavizarlo, en aras de una imposible reconciliación en el futuro, cuando ya todo esto haya pasado y volvamos a ser el país que antes fuímos y hoy deseamos volver a ser, bendito sea el Dios de los cristianos!

La cuerda floja, peligroso alarde de supremo equilibrio, lance peligroso, continuo, para algunos políticos sin definirse sobre lo que debiesen haber decidido; delincuentes en el límite de lo permitido y lo prohibido; mujeres honestas en la brecha de seguir siéndolo o transitar por sendas de traiciones ya transitadas por miles de mujeres. Cuerda floja, la de oncólogos famosos, de fama comprobada, en decirle a sus pacientes: usted se muere, o no se muere ahora pero morirá pronto.

Cuerda, por debajo de la cual, todos a veces reciben algo a cambio de silencio, muerte para pobres seres víctimas de violaciones de las leyes, riqueza para los que callan y se hacen los fuertes ante una conciencia colectiva implacable, dominando al mundo, por debajo de cuerda. Cuerda, femenina del cuerdo, aquella cuya locura es creerse cuerda, mientras comete todas las locuras, capaces como son, de cometerlas.. Vamos a dejar esto así, confesión de quienes ya no tienen argumentos; volveremos al asunto mañana, cuando estemos cuerdos, suficientemente cuerdos para salirnos del hoyo donde nos metieron, atorrantes, malandantes, caminantes de caminos perversos.

Saldremos, mis queridos cuerdos. Cuando estemos locos otra vez, saldremos de esto. Lo prometemos. Nos lo han prometido también, otra vez, y otra, y otra. Qué le vamos a hacer? Si estamos todos locos, como lo sospecho!

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