VENTAJAS Y DESVENTAJAS DEL SER MEDICO

Toda madre en su fuero más íntimo, sabe que su hija debe casarse al
llegar a la edad presupuesta, con un médico. De allí que se encargue
prontamente de espantar a los numerosos pretendientes estudiantes,
escritores, poetas, actores de teatro que ya pululan por los
alrededores de su hija y de su casa. La razón es simple: ella es
paciente de algún médico, asiste con regularidad a un consultorio
lleno de Clientes, y sabe o intuye que ese hombre es rico o está en
vía de serlo. Una simple multiplicación lo señala: 40 pacientes
diarios por dos mil unidades, es una pequeña fortuna, y eso todos los
dias. A final del mes,es mayor fortuna en creciente aumento, sin
contar con las emergencias y los fines de semana cuando las ganancias
se multiplican por 3 o por 5. Si ella pudiese ver la hoja que le
entrega la administración de la clínica al final de mes por
honorarios cobrados en su nombre por atención a los pacientes
hospitalizados, a menudo una sola visita al día hecha en unos minutos
entre consulta y consulta, quedaría pasmada – esas son sus entradas de
todo el año, y él las tiene en un mes. Suma ahora mentalmente: número
de consultas diarias por el valor de cada una de ellas, honorarios por
pacientes hospitalizados, emergencias diurnas y nocturnas, y si
necesita el enfermo una exploración especial, o sus controles
necesarios, cobrados aparte por razones casi de chantaje, la suma
total traspasa las barreras del sonido. El bendito médico hace
millones en un mes, solamente en uno, En doce… la madre empieza a
salivar.

Finalmente, la hija caprichosa consiente en el sacrificio –
pero primero debe enamorar al médico. Fácil tarea: asiste a su
consulta como paciente, finge una enfermedad abdominal que merece
exploración física de su bello cuerpo, y presto! La diligencia está
hecha, Meses después, después de citas médicas y no médicas, los ven
sus familiares a los dos desfilar por la nave central de una iglesia
rumbo al altar, mientras suena la marcha nupcial. Nadie fija su mirada
en un joven de aspecto modesto, quien contempla compungido con ojos
llorosos la escena – el pretendiente postergado.

Como en las películas? Si, amiga mía, como en las películas.

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