EL AMOR ES UNA ESTRELLA FUGAZ

Aparece, de pronto, como una luz, titila por un segundo y queda
brillante, pero también en un momento tan sólo desaparece en la
inmensa oscuridad de una noche sin fin. Si el testigo no aprovecha ese
momento tan fugaz y efímero, habrá perdido la oportunidad de su vida
para toda la eternidad. Vivirá solitario, desesperado, inútil.
Morirá, es seguro sin haber visto una mujer desnuda y eso lo llorará
con lágrimas muy amargas, casi de sangre y barro derramados.

Pero hay otro amor, que brilla y brillará para siempre como una
estrella perenne. El representa el amor eterno, tan perseguido y
deseado por toda la humanidad desde la aparición del hombre y
su mundo, según consta en la memoria de los dioses. Otro tipo de amor
pide cámara y aparece ante los ojos asombrados de un público
inexistente: es el Amor Vacilante, inseguro de sí mismo, llora y ríe
al mismo tiempo, no sabe brillar como la Estrella Polar, enciende,
apaga y vuelve de Nuevo a encender en un incesante e interminable
retornar de Nuevo. El ritornello eterno, que le llaman.

Hay más? Pregunta el desconsuelo. Hay más! Afirma el riachuelo.
Pero, cómo, dime, dios de todos los cielos conocidos, cómo puede haber
más tipos de amores? No basta con sólo unos cuantos? Nó, no basta, El
número, tipo y clase de los amores es infinito, es la condición
humana el de la variedad hasta el sacrificio. No son buenas noticias,
dice, muy triste, el Cuervo. Pero,
no desesperéis, criaturas de poca fé Hay un amor como ninguno,
perennne, inmortal, eterno. No es como una estrella vacilante, es una
estrella brillando con toda intensidad por toda la eternidad. Ella
deslumbra y amenaza dejar ciego a quien atreverse quiera a
contemplarla con los ojos abiertos. Es la Estrella del Sur, la
estrella matutina, el planeta Venus en todo su esplendor. Es la estrella
de Oriente, aquella que sirvió de guía a tres camelleros en camino a
Belén, a conocer el niño recién nacido de una gran amiga suya,
María, de Nazareth. Maravilla de maravillas, y más maravillas
agregadas.

Pero hay más, muchísimos más. El número de amores es en verdad y
de verdad, infinito, desde lo infinitesimal hasta la máxima
expresión del tamaño y peso de la materia. No hemos hablado aún del
amor del hijo, por su madre, ni del amor maternal por su hijo y los
demás hijos de otras madres. No hemos mencionado el amor del hijo por
su padre, y del amor del padre por su hijo y asimismo, por todos los
hijos de otros padres, caminando por este mundo ingrato de crueles
oportunidades. Y qué decir, del amor familiar, ese existente entre
todos los miembros de una misma familia, blindándola contra toda clase
de extinción? Ese amor garantiza la permanencia de la especie.
Tampoco hemos aludido al amor del perro por su amo, y viceversa, ni
hemos mencionado ese igualado amor por los demás animales domésticos:
caballo, buey, pájaros… Espere, espere un momento: menciono usted
los pájaros? Lo esperaba yo hace tiempo, que los mencionara, los
bajara de los árboles y los sacara de las jaulas, donde nunca han
debido ser aprisionados. Ellas, las aves cantoras, la hembra es la que
canta y la que muere primero, al parecer, se situarán en la rama más
alta del limonero en el patio y arrancarán de inmediato una sinfonía de
trinos que ni el mismo Beethoven soñaría en componer . No es
exageración. El pájaro cantor mide la calidad del hombre, a su vez,
comparando su canto al canto del ser humano. Si son iguales, la
Gracia será con todos. Si no lo son, la desgracia nos hará llorar a
todos nosotros.

Desconfiad ,dijo el Pastor, del hombre que no ame a los niños y a los
pájaros – ellos, los pájaros y los niños son ejemplo de candor, amor,
prudencia, decencia, permanencia, perennidad, eternidad. Todo el amor
del mundo encerrado en el canto de un pájaro. De Nuevo, entonemos,
Maravilla de Maravillas, y siempre, Maravilloso el Mundo, Prodigio
de prodigios, Prestigio, Honor, Pundonor, Virtud, Humildad, Fe,
Caridad! En fin, Amor, siempre el Amor. Nó al dolor, que el dolor
aflige y mata.

Bien, amigos míos que hoy me leen con tanto placer y gusto estas
pocas líneas que les hablan del Amor, el eterno tema de juglares,
poetas y cantores, vayamos a casa y cenemos. Ya es hora de cenar, es
tarde, hemos hablado por lo que nos ha parecido horas, y luego,
iremos a las camas preparadas al efecto por las servidoras de
costumbre, Y soñemos, soñar no cuesta, es gratis, durmamos el sueño de
los justos, porque justo es el soñar y dormir y amar. En ese sueño
colectivo, si cada uno de ustedes ve allá en el alto cielo una
estrella fija, de luz muy brillante, que ilumina el sueño, y deslumbra
las pupilas, levántense con prisa y síganla, por la ruta de las
estrellas. Ellas, las otras estrellas titilarán enseñandoles el camino
a la Estrella Fija – la Estrella del Sur es la meta y al llegar a ella,
encontraréis lo que buscamos todos, el Vellocino de Oro, el Amor
eterno.

Lo que ha de ser, será. Lo que será, será. Y volverá a ser por los
siglos de los siglos venideros. Amén!

OF BEING SAD

Can you tell me, my young and old friend, what is sadness? What do
you mean when you say you are feeling sad? What, by all means, is
the real meaning of sadness? It is a blessing, or a damned
sillyness? Why don’t you say instead, I am felling gloomy or blue?
It’s not a matter of definition, it is a matter of questioning
yourself about what your sentiments are. That’s all, and nothing more.

Why do you say you feel sad all the times you see the beautiful
face of the woman you once loved so much? Is it because you remember
her when she was young and beautiful, and now, she is old and ugly?
Did you love her too much, so much that you’ll forget her? Do you feel
pity for you, for her, for the forgotten love? Do her forgotten
kisses, still haunt you, all night into dawn?

You haven’t sleep any more since you saw her last time. Maybe she is
dead, and you don’t know it. You only know she disappeared one night
so completely that she never was seen again, dead or alive. Did she
leave you for another man and that is the reason for your sadness?
Because she left you, don’t you sleep any more? Do not be sad. Be
happy, instead, it is more agreeable, does not hurt, does not cost even
a penny. Love, maybe you can if you try hard enough, another woman,
an old flame? Do not smile, this is a serious matter.

Well, what happened, ask the Raven. He answered by himself: from
here, he is quite happy. Well, that’s all, folks . We will see you again,
all of you, at the National Assembly. That will make someone happy,
others sad. Me? Does not matter, For me, being sad and happy – it’s the
same thing. Pardon me, my cellphone is ringing. Oh, it’s the President!
Quel honneur! But, I will not answer. I know what it is all about,
he wants me to be his personal assistant. But I do not want it, and I
will not be! Maybe you, dear listener? But there is no reply. Why?
Internet, as usual, is gone, until tomorrow night. Then, it will not
matter who is the Personal Assistant. The government will be overthrown
by then and a new dictatorship will be in place. Good riddance, to
you all my friends. I shall send greetings from Canada, every
Christmas‘s Day and New Year, too. You shall send, if the weather be
good, a CD containing Venezuela’s villancicos. Like the most played
one, The Cabra Mocha! Happy seasons, to you, all my friends , from
before, now and forever. I will come back when Liberty be restored in
my country. Maybe, by the year 3000?

Or…. Internet is gone again. What a pity, my friends. We must be
accustomed to it, by now and by God, we will not be.

DE MENDIGO A MILLONARIO, LA LEYENDA

De mendigo a millonario, aspiración legítima de todo mendigo que se
respete. Un mendigo, dirige una noche lúgubre y lluviosa en cualquier
iglesita de los campos, y ruega a Dios y a la Virgen María, que consigan
para él unos churupos para darle de comer a su mujer y los muchachos,
tres de ellos y uno en camino, algo que alcance para comer por lo
menos una vez al día. Y el buen Dios llora, la Virgen solloza, y
piensan: tiene derecho el muchacho, concedámosle el ruego. Y del cielo
le llueven las monedas necesarias. Linda historia, no? dice el
Cuervo. Y el mismo riposta muy orondo, pero eso no sucede, los
Milagros no existen. Y todo queda en la oscuridad de la memoria.

Pero, sigámosle el rastro a la leyenda y hallaremos el oro
al final del arcoiris. Cierta vez, el viejo medio ciego que esto
escribe ahora, entraba por la puerta principal de la Catedral de
Merida, bella cual ninguna. Alguien de los oyentes la ha visitado,
aunque sea úna sola vez? No? Lástima. Vale la pena. Bien, en esa
visita que hiciera el Viejo a la Catedral, hayó en las escalinatas
de la entrada, siempre hay escalinatas a las puertas de las catedrales
y no pregunten por qué. Sentado en ellas, piernas recogidas, harapos
como vestiduras, pies desnudos, sí, desnudos, ni alpargatas visibles,
ni rastros de zapatos viejos descartados. Su voz al paso del
visitante se oía llorosa, débil, hambrienta: Déme algo para poder
comer una vez siquiera hoy, querido religioso! Cumpla con el mandato
divino. El visittante lo mira una, dos, tres veces: Le parece ver, bajo
el arapo una camisa de marca, pero piensa: eso no es possible, bajo
el sombrero deshilachado cubriendo su pelo bien peinado, cierto olor
a perfume muy disimulado, casi lo hace renunciar a la dádiva, cuando
por su lado pasa el Obispo, rumbo al altar. En ese precisado instante,
el mendigo repite la suplica en alta voz, y el Obispo lo oye, voltea
el rostro hacia el visitante, a quien conoce sin duda, y queda
mirándolo, expectante, esperando. Qué remedio, dice el feligrés y
extiende su mano depositando en la mano del mendigo un billete de mil
bolívares. Una. Un pequeño óbolo, desgraciado! Ya me la pagarás, vive
Dios. Y sigue su marcha a su sitio especial de rezo al lado del
púlpito. Va a sentarse enseguida, cuando algo recuerda, y devuelve sus
pasos y deposita en la alcancía arriba al pie del incensario el
billete de mil, el mismo mil, no otro, no, que va oh! El obismo lo
mira de reojo, hace un gesto con la mano, y sigue la misa su ruta
predecible con gran alegría del Dios y de la mano. Sale el buen señor
y mejor O mejor monseñor por la puerta de la Iglesia, y oh sorpresa,
encuentra en la grada a la salida, sentado en la dura piedra un
mendigo! El mismo? No, el relevo!. Ah! Bien, el cura ilustre vuelve a
cumplir la orden divina: da de comer al hambriento y de beber al
sediento, en este caso, el mismo elemento y candidato no a la
Alcaldía, sino a la Orden del Benemérito Juan Vicente Gómez, muerto
prematuramente según el oficial de guardia ese día en el
enterramiento.

Mas una hora después, un caballero elegante, porte importante
y billetera llena de verdes los billetes, almuerza opíparamente en
el restaurant de moda en Mérida por esos días, llamado Cielo, por
cuanto desde su terraza se contemplaba cómodamente el atardecer en la
ciudad de los caballeros. Un hobmbre, también rico, en quien no puede
distinguirse facilmente el mendigo del cuento saluda efusivamente al
comensal y le dice ”cuánto tiempo, amigo mío! Como te ha ido? Bien,
es la respuesta esperada, cada vez mejor, más rico, y más mujeres me
aman. Lo sé, es noticia que corre por todas partes en esta Merida tan
Chiquita pero tan grande su corazón, que da miedo su tamaño. Estamos
pues iguales, querido amigo. Y lo merecemos, sin duda, lo hacemos
notar en todo el que nos escucha.

Bien,a nmigos mios, hemos llegado al final de esta hermosa fábula,
merecedora de ser contada por mejores cuentacuentos que este humilde
narrador – valga la modestia y el falso pudor. De mendigo a
millonario, ún sólo paso. De millonario a diputado, pequeña caminata
diurna hasta el Congreso Nacional. De diputado a Ministro, una sola
firma, rúbrica y sello al lado, con gran cuidado, señor Secretario. De
allí en adelante , las opciones disminuyen pero son más sustanciosas
en ingresos, honores, y otras posibles menudencias – no tan menudas,
por favor, no nos hagamos inocentes. Tal vez una Embajada ante la
Corte de Inglaterra; o Miembro de la Misión de la Nación ante las
Naciones Unidas; o, Representante del país ante la Unesco, con
residencia en París y libres viajes por todo el Continente. Todas
posiciones sociales envidiables y digna de celebridades.

De mendigo hasta, quizás, Presidente de la Nación? Buen salto, amigo
mío. Muy bueno, en realidad. Pero, puede ser posible? Sí puede
serlo, como lo demostró fehacientemente un muchacho harapán de
pacotilla y busto desnudo, quien vendía golosinas caseras por las
callejas de un pueblo de provincia al Palacio de Gobierno cuando
creció lo suficiente en ambición y estatura para lograr esa
aspiración jurada con sus compañeros de fortuna al pie y a la sombra
de un samán célebre en la historia del país, por ser el héroe de un
juramento hecho por el Libertador: No daré descanso a mi brazo hasta ver
libre a mi pueblo!

Hermosa ambición digna del recuerdo. No querrá, alguno de los
que me escuchan con tanta admisión como deseo, tener una ambición
similar? Ser libres? Tener dinero? Sí, se oye una voz infantil, la de
Jaimito. Lo recuerdan? Yo quiero cuando sea grande, casarme con una
millonaria. Nada más? Nada menos, maestro. Jaimito siempre fué un
niño inteligente. Sólo los inteligentes, o los que pasan por tales,
los ambiciosos, los audaces, los atrevidos, llegan a la Presidencia.
Por eleccion libre y popular, o por asalto, no hay otra.

Pero también hay quien no quiere ni quiera ser Presidente, ni
rico, ni poderoso, ni influyente, ni Ministro, ni Embajador. Simple,
sencilla y llanamente , no quiere mando. Emparan, hay muchos
caminando por esos caminos de la Patria mía, tan querida pero tan
violada en sus derechos y vilipendiada en lo mas íntimo del ser.

No querer mando, símbolo de elevada condición moral, digna de
gganar el Cielo. Máxima aspiración, no creen? Tal es el caso de
muuchos, de aquel, y de quien esto escribe y quien les desea feliz
arrivo de la Navidad, y con ella, la libertad, ansiada, buscada,
perdida y vuelta a encontrar. Tal es el signo de estos tiempos y de
todos los tiempos por venir. Tiempos que serán mejores. Así será,
lo que ha de ser sera, y sea lo que sea, será lo mejor para los
pueblos en libertad.

EL COMPROMISO

Tenemos, queridos compatriotas, coterráneos, extranjeros,
comunistas, adecos, anarquistas, extemporaneos, y demás yerbas
aromáticas que adornan la mesa del no comer, de moda en estos días
aciagos, palaciegos, numismáticos,y noctivagos, todo en una sola pieza
de tela de colores recién pintada. Y es la siguiente oración de
difuntos: Debemos morir, por cuanto morir es un deber, morir en
esta patria de dolor, y luego ser enterrado allí mismo y sin decreto?
No, no podemos por una muy complicada razón: las urnas están
demasiados caras para pagarlas, comprarlas, originales o de segunda
y tercera mano. Como dice, fraile Francisco, hoy en altos compromisos?
Pues, así mismo, como lo oye, amigo franciscano. O debemos a cambio,
por cambio de seña en el dogout morir aquí y ser enterrados allá? Muy
caro, amigo Di Paolo, demasiado caro para bolsillos escuálidos.
Bueno, entonces , morir y ser enterrados de una sola vez por allá
lejos, más allá del Mar Caribeado? También es caro – en el Norte helado
las cosas son en dólares, no en bolivaritos devaluados.

Ah! grazna el Cuervo, siempre atento a las necesidades de los
venezolanos, o venecubanos, o cubazuelanos, como Usted quiera,
Comandante en Jefe, usted es el que manda aquí, nadie más, sino su
mujer. No faltaba más! Lo que Someto, comenzó con gesto de campeón
de boxeo, a consideración de los habitantes de esta Patria malquerida
por ustedes, sinverguezas de alto coturno. La cosa del morir y ser
enterrado, es simplemente simple: escardilla, chicura y rastrillo en
mano, abran un hueco pelado en la tierra, no le pongan ladrillos ni
nada de nada, agarren muerto entre cuatro, vivos, no muertos, por
favor, métanlo en cualquier saco, y como si fuese en verdad, un saco
de papas, lo echan al hueco, y lo tapan con bastante tierra. Y ya
está! Vieron? Qué fácile es? Cuando se quiere, y se quiere de verdad,
uno se casa o se muere. Y colorín colorado, el cuento se ha acabado, y mi
menda se larga a echarse el palo acostumbrado en estos casos y otros
que no menciono para no dejarles el gusto alebrestao.

Chao pescao, hasta el proximo entierro! Que será mañana, según me
avisa el asesino de guardia en el Partido. Están avisados, camaradas!