YENDONOS

Nos estamos yendo, compañeros; uno a uno, por la puerta sin golpear,
vamos saliendo en silencio dejando vacíos y recuerdos difíciles de
olvidar. Parecen estar todos apurados en definir la marcha, sin lugar.
A todos nos llegó la hora, al mismo tiempo y sin chistar? Porque no de
a poco en poco, dando tiempo al dolor atenuar y renovar, más tolerable
la angustia y el silencio. Por la ventana, por el techo, debajo de las
camas, se meten los recuerdos y se quedan acurrucados ahí, sin
molestias para nadie sino para quien les duelan. Un viento de
esperanza satura las rendijas, pronto se escapan sin dejar un rastro
que siga las estrellas. Antes las muertes sucedían a intervalos
decentes, largos, responsables de una sanación previa antes del nuevo
dolor, como el caso de padres y madres. Muy larha la distancia entre
la muerte del padre y de la madre. Ahora no: ahora pareciese apurar el
paso la doncella de la muerte, y en poco tiempo, mucho más poco que el
deseable, nos estamos yendo, uno tras otro, sin parar ún solo momento
de descanso. Es como mucho, oí decir a alguien, quien rezaba con
nosotros. Razón tiene la fe judía la cual en caso de varios duelos
seguidos, exige ún solo luto. Los demás deben olvidarse. Es en uno de
esos intervalos, estas líneas son y serán, si no lo fueron, escritas
paraa ser leídas, como si fuera un rezo.

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