UNA MISIVA INESPERADA

La joven vacila trémula, la carta entre las manos. Duda en abrirla,
si la abre o no – cuestión de vida o muerte. Puede ser, como de si poder
tratas, aquellas palabras tan esperadas del hombre a quién amaba, y
quién debería contestar si él también la amaba. Pero, en el mejor de
los casos, Dios me salve el lugar de algun ser querido muerto en
lejanas tierras, a quien quiso mucho y seguirá queriendo a pesar del
tiempo y la distancia.

Puede ser, por que no pudiese ser, haber ganado el Premio Primero del
Concurso de Cuentos enviado al Concurso Nacional de Cuentos, al cual
había optado, o al Premio internacional del Cuento de la
Editorial espanola Betaguara. Tiembla su mano y todo su cuerpo ante tal
posibilidad, la cual le abriría inmensas posibilidades – una
carrera literaria de gran envergadura.

Pero no. No estaba de Dios que eso sucediese. Era finalmente una
felicitación por su cumpleaños olvidado, enviada por el amor de su
vida. Lo llamó por teléfono. Salieron juntos. El amor brilló como el
sol ese día: esplendoroso.

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