FABULA DEL BURRO BORRACHO

Te gustó la fábula, muchachito? La moraleja es obvia. Cuando
manejes no bebas. Contempla las bebas mejor, al subir al autobus.

Apártanse! Allá viene uno, manejando un autobús! La gente corrió
y tras las paredes de sus casas, vieron como el burro chofer embestía
un autito y destrozó máquina y otros burritos dentro del pequeño
autito.

Por los tiempos de la década de los 50, del siglo XX, en el balneario
de Acapulco, Mexico, célebre entre turistas femeninos y masculinos der
danzaer welt, es decir, del mundo entero, la playa principal la
llamaban Caleta. A escasa distancia, un islote aparecía en el mar, y
lo llamaban Caletilla. Quizás por ser más pequeña la playa. Mucho más
pequeña. En ella, vivía un burro el cual se hizo célebre entre los
turistas que acudían en masa a verlo, sorbiendo botellas de cerveza hasta
embriagarse con mucho gusto, caminar de lado y caer al fin al suelo, en
medio de aplausos y carcajadas. Yo lo ví, una vez, en mi presencia
hacer gala de sus habilidades de bebedor de cerveza. Había ido, como
cualquier turista, a presenciar el espectáculo. Pero sólo pude llenarme
de una inmenza tristeza. Tanto navegar a una escondida ribera a
contemplar un burro borracho? Pero si a corta distancia, en tierra
firme, habían muchos burros borrachos, en la playa principal, el resto
del país y del continente. No hay que ir tan lejos para contemplar las
barrabasadas de los burros borrachos, sobre todo cuando son bebedores
no de cerveza, sino del 18 años más caro. Han visto ustedes algunos,
últimamente?

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