Tal como fué entonada allá por los años 40 por un imitador del gran
Pete Seeger, el venezolano de pura cepa y mandador en mano, el Conde del
Guácharo, Benjamín de nombre, Rausseo de apellido, portugués de
ancestros, cantador enfadado de fados redimidos y redimensionados.
O tal vez no fué así, pero mereció serlo.
En esta noble empresa de rescate del folklore vernáculo, la letra de
este pseudofado refiere la interesante controversia de todos los
tiempos pasados, presentes y por venir viniendo, el de si el amor
comprado monta tanto como su igual el vendido, y si ambos a un tiempo
mismo refunden sus estrictas estructuras en la tríada final del
Padre, el Hijo y el Espiritu Santo, en este particular caso
por permiso y dispensa de los diversos actores, la Madre, la Hija
y la Espiritual Santa Santorum.
Controversia de vieja, muy vieja data: puede en un acaso fabuloso
transformarse un amor mercenario en uno verdadero, palpable,
insustituible. Puede el fogaje eterno encendido en el vientre de una
mujer, ser atenuado por el agua fresca del amor? Puede que sí, pero
puede también ser que no. Depende de la fuerza y el temple del cuerpo
y la sublimación del espiritu.
Pero lo cierto es, y el testimonio es multitud, que un amor
compravendido o ventacomprado, por un proceso de metamorfosis cambia y
une muy sólidamente dos cuerpos y dos almas en una sola e indivisible
entidad. Pareciese, si de parecer se tratase, que el dedo del Señor
los señala y ordena: Uníos! Para siempre! Y el milagro se da, porque
los Milagros se dan, a veces. Ejemplos, quiere alguien? Por miles de
millares al paso de los tiempos. Frine y Praxíteles en unión
permanente, Pompea y Nerón, las múltiples y varias mujeres de los
variados Césares, difíciles de distinguir hombres de mujeres o estas
de marimachos y marimachas, tal el esfogue total y general. Calpurnia,
Claudia, Julio César, Cayo Julio Cesar, Cleopatra en el senado de
Roma, Venus de Afrodita, Venus de Milo, Venus de Samitracia, en
constante rotación de cuerppos y de almas. Averra la mente humana las
posibilidades de semejantes combinaciones, Pero, ay dolor, los hechos
referentes demuestran que de tal estercolero no puede ni debe surgir
nada duradero, sino sólo una columna vertical hundida en el sumidero
de la Cloaca Máxima de Roma, la más grande jamás construida por
ingenieros dedicados.
Hemos llegado, pues, entonces y ahora, a la misma triste y fatal
conclusión final: Nada hay verdadero en este mundo de mentiras, todo
es del color del cristal con que se mira.