HAY UN RUMOR POR LA CALLE

Que congela corazones, enerva los nervios y baja los calzones: que
existe una enorme componenda traidora para quedarse todos en el mismo
sitio donde están ahora: el gobierno mandando y la oposición haciendo
que se opone. Doble traición: Maduro traicionando a Chávez, el
mantuano Leopoldo López Mendoza, descendiente indirecto de Simón
Bolívar, líder de un partido fundado por él mismo y a quien esa
misma plebe lo ha apoyado más que a Enrique Capriles, otro
subyugante seductor de artistas y multitudes, quién también deberá
algún día responder por una trayectoria tan errática como errante
vagabundo del mundo de la política y la farándula, Todo un personaje de
la picaresca venezolana. Cómo explicar que sigan cobrando los miembros
de la Asamblea Nacional?

Pero algo más corre bajo los puentes sobre el Guaire. Y es el
rumor cierto de haberse unido un conjunto abigarrado por imposible,
de fuerzas económicas, sociales, políticas y religiosas para oponerse
al Mandón y mandarlo al mismísimo. Todos bajo un liderazgo en la
sombra, una sombra salida de las sombras del Gobierno, un tal Pérez,
quien en un gesto valiente, el más grandioso de la historia del país,
atravesó los cielos de Caracas, piloto solitario de un helicóptero
de combate propiedad justamente del Gobierno Nacional. Mostró una
pancarta y vieron los testigos, lanzó algo como un objeto que no se
oyó explotar. Nadie supo qué era. Nadie supo de donde salió, cómo
hizo para evadir las baterías antiaéreas, las cuales calladamente
habían instalado en cuarteles y comandancias generales en previsión
de un ataque proveniente del Imperio. Nadie hubiese sabido a dónde fué
a parar el aparato después del simulacro, si el labrador dueño de la
parcela donde llegó sorpresivamente el aparato no hubiese informado el
hecho a las autoridades competentes, quienes llegaron raudos y veloces
a apresar al culpable. La sorpresa fué grande: lo que hallaron, el
helicóptero, y el campesino. Del piloto, ni rastro.

Los rumores arreciaron. El piloto formaba parte de la Brigada
de Acciones Especiales, quizás el mero mero de la partida. Conocía
todo el mecanismo de contraespionaje necesario para llevar a cabo con
éxito una acción al parecer un tremendo disparate, pero con esa acción,
torpedeó de manera definitiva la creencia de invulnerabilidad del
régimen, marcando el punto de quiebre de la llamada Revolución
Chavista.

Desde ese memorable día, el hombre aparece y desaparece por
cualquier lugar de la ciudad. La más notable aparición: la de la Plaza
Altamira, el ya bastión más emblemático de la resistencia pacífica.

Y las mil cabezas de la Hidra Rebolucionaria están pensando si
ese hombre es el conductor que todos esperaban.

Quizás sí, quizás no. Esperemos.

Y en eso estamos, esperando. Llevamos 18 años en eso, Tal vez ahora
es cuando.

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