Ha muerto Aquiles Nazoa; fué hace tiempo
pero es ahora que me entero; me llamó la
tortuguita que todos los dias él saludaba
con esmero, extrañada por no haberlo visto
hace tiempo. Salí en busca de noticias
suyas, no las hallé ni en periódicos
ni en noticieros; solo encontré sus viejos
libros en los anaqueles de mi biblioteca
entre ellos el primero, editado mediante
anuncios comerciales. Imagínense
el bochorno de la voltereta para
poder publicar algo. Lo llamó
“El transeúnte sonreído,” título
que lo describió en una sola
pieza. Busqué el testimonio
fiel de su existencia y solo hallé
ún sólo disco, grabado quién
sabe cómo, con pocos de sus
poemas. Sólo queda prueba
de su existencia, en la memoria
de quienes lo recuerdan, poca
gente, pero de la más grande
importancia en las artes y las
letras. El, que sólo vive
en la memoria, fué a su vez
memoria viva de todo lo que
hay en Venezuela: sus hábitos,
sus maneras, su cultura en
evidencia. Murió trágicamente
una tarde de abril en primavera
sin decirnos adiós, siquiera
pero estamos seguros que así lo
hubiera querido. Cuando uno
revisa los hechos de su vida,
se da cuenta de lo extenso, también
polifacético que fué su
quehacer politico, periodístico,
cinematográfico, teatral y
sobre todo, por encima de todo
poético. Mostró el camino
que siguieron los otros poetas
de su tipo, de su época y ahora
no hay nadie sino pobres
imitaciones, con perdón de los
presentes y sus familiares.
Yo no lo conocí personalmente
sino por el espejo de su ser
venezolano que era su hermano
más feo que él, pero igual de
humano, igual de temperamento
y como él, gran mamador de gallo.
Recuerdo la ocasión que yo buen
aficionado al humorismo envié
un artículo a su hermano a ver
si le gustaba y publicaba
en el semanario humorístico de
turno: no recuerdo el nombre
que le correspondía esa semana:
“El tocador de señoras”, “La pava
macha” o “La zapara panda”.
Como respuesta recibí de Aquiles
un billete de veinte bolívares,
pago de trabajo primigenio
como humorista de fama.
Conservé el billete mucho
tiempo. Quizás sería el primer
aviso de mi carrera de humorista
lástima que mis estudios de
medicina, absorbentes como eran,
truncaron esa carrera. Si no, hoy
estaría al lado de los Nazoa como
principales del humor venezolano.
Salve, Aquiles! Los que aquí vivimos
mucho te recordamos y vivirás entre
nosotros por siempre y para siempre
como si fuéramos y somos tus hermanos.