Quiere Usted ser un gran orador
tribuno de excepción, de los que
salen en hombros después de un
faenón? Haga lo que hacía Demos-
tenes, orador de los buenos, griego
de nación, quien practicaba el oficio
haciendo un singular sacrificio:
perorar con la boca llena de piedras
y tratar que le salgan claras las ideas.
Si no puede, no debe preocuparse; nada
más oiga a cualquier orador de cualquier
asamblea de cualqesquiera nación
hay en el mundo para que vea que todos
hablan como si tuvieran en la boca piedras.
Así que vaya a su asamblea donde es usted
diputado y mándese con el discurso programa-
do aunque nada se le entienda.
De todas maneras no harán lo que usted
ha proclamado, lo que harán será burlarse
de su manera de hablar y de la propuesta
que Usted ha hecho con la mejor franqueza..
Mejor quédese callado. A nadie le interesa.