Diga Usted, preguntó el curita empantuflado que lo miraba con mirada sardónica, dígame, viejo sinvergüenza, cuál es su última voluntad antes de estirar esa pata que tiene encogida escondida detrás de la sabana, a ver si no la ven y no tiene que estirarla? Pues le diré, mi querido Sancho Panza (Ud. se le parece, no le parece a Ud): Mi última voluntad antes de morir, es alargar mi vida! Cómo, preguntó el gordo, eso es una incongruencia, una blasfemia, no sé cómo llamar esa ocurrencia. Usted lo que pretende es no morirse nunca y estar tomándole el pelo a la calva que llaman la muerte. Esta, más disgustada que nunca, resolvió para castigarlo, llevárselo de una vez y así fue. Se murió de repente, ante el asombro general de los presentes. No había podido, al final, cumplirse su última voluntad como mandan los 10 mandamientos.
Tú que me lees, acosado por el miedo a la muerte, muérete cuando te toque, aunque la muerte te lleve; ni antes ni después como querías en tu testamento.
Muérete, acaba con este sufrimiento! Asciende al cielo en medio de cánticos y in gran relajo de los angeles, porque te moriste, viejo chuchumeco.