Por si acaso yo no vuelvo, sepan que no me he ido;
sólo lo parezco; aún estoy contigo, aún estoy con ella
con mis hijos, donde siempre estuve, estoy, estaré –
al lado de familiares y amigos. Si una mañana
al venir a buscarme unos, encuentran
que me fuí sin despedirme, sin decirles adiós,
adiós les digo ahora a todos los que amé y que
me amaron, antes de irme, por adelantado –
precaución ineludible por lo debido y conformado.
Si una mañana al levantarse la esposa y ver qué había
pasado, me encuentran ido sin decirles nada; dígale
Hijos, está dormido, déjenlo descansar. Estando
en la escuela, llévenme en un auto simulando
ser carroza fúnebre, al cementerio más cercano
déjenme dormido en una cripta esperando
la aurora, volver a casa y al llegar de la escuela
llevaré a los muchachos a comer helados al parque
limitado por un lado con el cementerio, por el otro
una casa de festejos. Qué atrevimiento! Qué osadía!
Está esperando el heladero y su carrito de helados,
él debe haberse ido primero que yo, por eso ha esperado
que yo llegue para sacar su carrito lleno de helados
y devolverlo vacío cuando los niños se hayan ido.
Señores pasajeros, vengan a ver! Qué bello espectáculo:
unos niños comiendo helados por los barrios del cielo
de su pueblo, de la mano del abuelo y de otro viejo,
amigo suyo, quien vive por ahí mismo, cerquita
o quizás dentro del mismo cielo.