Te han descubierto, mi querido Don Miguel, ya no puedes esconderlo.
Desciendes por las dos ramas ancestrales de judíos conversos. Se sabía
de antes, pero ahora se han hallado documentos en archivos antiguos de
Sevilla y otros cercanos, los cuales, si a ver vamos, confirman
la sospecha : descendías de marranos. Pruebas al canto. Fuiste cobrador
de impuestos reales, autorizaste a una mujer llamada Magdalena
Henriquez a cobrar tu sueldo. Como fué eso, Don Miguel? Qué relación
tenías con esa mujer y con ese apellido? Una cosita mas para agregar
a ese caldo sevillano: eras proveedor de insumos de un llamado
Cristobal de Barros, apellido también con un olor a judío que no deja
de sentirse a la distancia.
Puede que nada de esto sea verdad, Puede ser verdad sólo en algunas
partes. Lo que importa es la fábula, tan del gusto de los hombres de
letras. Ser judío no es ninguna vergüenza. No es así, Don Miguel?
El hombre calló, durante 4 siglos, hast hoy, cuando habla por medio de
su firma hallada en buena hora, en documentos originales, sin dudas,
sin inquinas.
Adelante, Don Miguel de Cervantes. Bienvenido a tu gente.