Uno pregunta muchas veces a la Nada, pues nadie puede contestar, quién
ha sido la musa inspiradora de los poetas en sus poemas más
preciados. Uno podría citar, por citar sólo uno si es necesario
citar alguno, al máximo poeta de América, Neftali Reyes alias Pablo
Neruda. Su obra máxima fué la obra primera de su juventud poetica:
“Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, ícono
de la poesía del amor para todas las generaciones sucesivas. Pero,
quién fué la estupenda bella joven quién inspirara al joven poeta tan
imborrables versos, nadie lo supo. Debieron pasar mas o menos cinco
décadas para que la musa se animara dándose a conocer, por su propia
voz, entrevista concedida en la Televisión chilena. Su voz, la voz,
una voz alzó en en la sombra de todas las salas del país chileno:
Soy quien inspiró a Pablo mi primer y grande amor, sus primeros y
bellos versos, algunos publicados por el bajo nombre de “Veinte poemas
de amor y una canción desesperada”. Otros, muchos más, los guardo yo,
sólo los conozco yo y nadie más. Así mismo guardo en mi más ínclito
secreto mas de cien cartas, las enviadas por él, testimonio de un
amor pareciendo ser eterno. Su nombre: Albertina Azócar. Se habían
conocido en las aulas del Instituto Pedagógico Nacional de Chile,
donde ambos cursaban estudios. Allí iniciarian una relación muy cercana,
muy cercana podría adivinarse, podría decirse, la cual duraría por
una década. Terminó por exigencia de Pablo, quien quiso de inmediato
celebrar bodas alegando suficiente tiempo para decidir ella.
La concu respondió tal como ella debía, siendo hembra a cabal:
se casó con otro, también poeta, quizás amigo suyo. Amistad entre
poetas. Ven? Fué musa asimismo de otro poeta, menor, por suponerlo
menor y haberlo demostrado: no son conocidas nunguna de sus obras poéticas.
Y a qué se debe, preguntarán los escasos lectores de estas
líneas, tal preocupación por el poeta y su musa? Pues a la
averiguación abierta por mi esposa, la perfecta, quien pudiese ser la
musa de mi poema llamado “Primer y único amor”. Ella segura estaba de
no ser ella a pesar de mis protestas en contrario. Al final confesé
cual ella lo quería: la musa había existido en verdad pero no en carne
y hueso sino como modelo de ser mujer perfecta. Abre, le dije, tu
cartera y observa el retrato que un día te dí, dedicado: Para mi primer y
grande único amor de mi vida. Ella la perfecta leyó de nuevo la
dedicatoria escrita, estampó sonoro beso en la boca de su amado. La
musa descansaba. No por mucho tiempo. Sólo hasta mañana. Para mañana
esta programado un programa en la TV chilena donde la musa de Neruda
revelara por vez primera su identidad verdadera. Pero, no eres Neruda.
Como si lo fuese, estamos muy identificados en la persona y en su poesía,
la suya poesía es como si fuera la mía. La esposa descubrirá al fin ser
ella la musa de su poeta. Y él, el poeta de su musa. Quien no abusa,
no la teme. No es cierto, mi querido poeta?