La Despedida

Hay visitas que son de despedida; el amigo de tu vida
que hace tiempo no ves, te llama que vendrá de visita
para conversar de los viejos tiempos, de las cosas
compartidas; de los que estudiaron con ellos en la plaza

Bolivar; de las cosas hermosas ya pasadas
sin esperanza de que vuelvan algún día; de las horas
hermosas idas, de las horas que se fueron para no
volver algún día. Te acuerdas de la mujer aquella

que a los dos nos hacía fiestecitas, pensando
que ninguno de nosotros lo sabía? Te acuerdas
que a tí no te podían ordenar nada porque
tu no lo cumplías? Y una sonrisita medio cómplice

nos cruzaba la cara sin medida. Hay visitas para decirte
adiós porque te mueres. Así es la vida. Pero yo preferiría
que no me digas adiós, prefiero irme sin despedirme
amigo mío, y que no te vuelva a ver sin que lo digas.

Adiós amigo mío. Hasta siempre. Nos volveremos a ver
aunque no quieras, en algún sitio de misterioso asiento
donde no habrá sino paz y sentimiento de haber vivido
como lo ordenan de Dios los mandamientos.

Adiós, adiós. Un pañuelo se agita al viento
cuando sales de mi casa después de la visita
Y una inmensa sonrisa cruza el firmamento
hasta donde nuestras almas la divisan.

Adiós, querido amigo, que tu muerte sea leve
leve como el viento que nos acaricia la cara
en el momento de nuestra despedida. La vida
nos fué grata, la muerte también. No te olvidarías?

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