La amistad, señores y señoras, amigos todos, la amistad es sin duda, la
institución más importante, crucial, constituída por el ser humano
desde cuando apareció por primera vez en esta tierra que se llenará un
día de gusanos. Si no existiera, la humanidad entera desaparecería
en una total guerra fratricida. Todos seríamos nuestros propios
enemigos. Tragedia tal no puede ni debe permitirse. Detengámonos por un
momento nada más para analizar qué hace que dos hombres se encuentren
en el camino, se saluden, y después se hagan amigos para toda la
vida. Un amigo temporal no es un amigo, es simplemente un conocido.
Uno, tiene ciertas habilidades, destrezas y conocimientos, de las
cuales el otro carece. Al mismo tiempo el otro posee las aptitudes
que el primero no tiene. Juntos, se complementan, forman una llave
imbatible capaz de resolver cualquier problema que se les presente.
Por eso anudan una amistad que no debe finalizar nunca. Pero,
esperen. Es posible que eso que llaman circunstancias de la vida,
enfermedades familiares, cambios obligados de residencia, exilios
forzados, separen dos amigos, perdiéndose las oportunidades de sus
vidas. Pero eso no tiene remedio, deben conformarse y como siguen
poseyendo las destrezas y habilidades necesarias para resolver
problemas, lo harán y tendrán éxito en la vida.

El Cuervo, quien leía por encima de mi hombro lo que aquí
escribo, me agarra la manga de la camisa con su pico, y me dice: Debes
advertir a los lectores que pueden encontrar en su camino los dos
amigos, el obstáculo inevitable. Cuál? La mujer! Cómo dices? La mujer,
amigo mío, la Eva que perdió a Adan y sigue en lo mismo todos estos
siglos. Una mujer puede romper la amistad entre dos hombres con sólo una
mirada. Una sola, y estarán perdidos, no solamente ya no son amigos –
se convierten en reales enemigos, a veces a muerte. Se han dado
casos, no es producto de una imaginación truculenta.

Quien pierde un amigo, pierde la vida. Quien gana uno, renace.

Ténganlo muy en cuenta, amigos lectores. Lo agradecerán, no lo
duden, por toda la vida que les queda por vivir, que son muchas y
cada vez más placenteras.