La Canción de Coche

Era un barrio construido con destino: clase media
no tenía luz eléctrica; sus figuras fantasmales llenas
de sombras las desiertas callejuelas; tenían un vigilante
otro fantasma con un foco de luz en la mano aparecia

de pronto desde las sombras, humano pero de aspecto
fantasma, como era el resto de edificios similares;
callejuelas se llamaban que no iban a ninguna parte
pero a todas partes iban según por donde

quiera se comenzase. No van a creer esto,
actuales defensores de la inclusión a ultranza:
las casas están divididas de acuerdo
con el estado social del habitante

las primeras de adelante, las mejores
de cuatro habitaciones y gran jardín
entregadas a profesionales de mejor
alcance; lo que podría llamarse

suprema clase media, más clase media
que cualquier otra clase. Luego venían
en formación correcta, viviendas
destinadas a la media clase media

(válgame el ultraje que al idioma se hace.)
Estas tenían menos jardín, menos
habitaciones, menos categoría, menor
lineaje, destinados a futuros profesionales

estudiantes, amas de casa con aspiraciones,
promotores de grandes empresas comerciales
y demás etcéteras que usted quiera agregarle.
Luego venían las de una clase media bajita

tan bajita que no podían encontrarle
para entregarle sus casitas pequeñinas
como las que hay allá en los portugales.
Tienen una sola planta, no tienen jardín

son muy pobres los que llenan sus espacios.
Por último, las viviendas del perraje –
bloques de ocho pisos sin ascensores
y casi casi las ocupaba el malandraje
que apenas comenzaba en ese tiempo.
Los hermanos estudiantes que andaban
de pensión en pensión y de pensión
en azotea, vieron el cielo abierto

cuando les entregaron la vivienda
y corrieron a mudarse a una casa
sin luz, sin agua, vacía como el resto
de las casas. Vacia la casa, vacío el barrio
se fueron llenando de conjunto

casa y barrio con los hermanos, con la gente
a quienes iban asignando las viviendas.
y quienes iban apareciendo por etapas
ante la mirada recelosa de los que ya estaban.

Lo olvidaba: no había transporte ni público
ni privado; éste solo llegaba hasta la calle
17 de los Jardínes de El Valle, y la hermana
llegaba de clase a las 8 en medio de oscura noche

que metía miedo al mas valiente, o al más grande
no digo a muchachitas de uniforme y largas trenzas.
Me tocaba a mí, el mayor, hecho jefe
de aquella manada de animales, debido

a circunstancias de ser el mayor de la partida
irla a buscarla primero caminando, linterna
em mano; o después en una ruinosa bicicleta
para llegar con ella d la mano a una casa vacía

donde nadie nos esperaba con la mesa puesta.
No había mesa, ni comida que poner en ella.
comíamos algo sentados en cajones que hacían
las veces de las sillas, u como vajilla

platos de peltre desconchados y enviados
de nuestra casa anterior de la Santa Teresa.
El sitio en la pared donde se pondría
el teléfono era un hueco vacío como altar

sombrío, donde se le rogaba a Dios el milagro
que un día apareciera el aparato negro, teléfono
de la CANTV nacional. El milagro se nos hizo
y un día al bajar a la planta baja, lo vimos
muy sonreído en la pared, esperando
ser usado mas pronto de lo esperado.

El barrio fué bautizado con el nombre
de Carlos Delgado Chalbaud, ex-presidente
asesinado – pero lo siguieron llamando
por su nombre, Coche; Coche se llamó

la hacienda, asiento original del barrio.
La casa grande, la hacienda, según modelo
sería la Casa Club del asentamiento. Nunca
lo fué, como sucedió siempre en cualquier

tiempo en el país que todos conocemos.
Fue después derruida y en su lugar construída
la sede de un liceo para malandros – para
colmo de males llamado Pedro Emilio

Coll, prohombre de las letras y de las artes
venezolanas de su época. Coche pues
quedó llamándose el nuevo arrabal de
la ciudad de Caracas, y fué, patronímico

de toda una generación sobresaliente
de venezolanos ilustres: médicos excelentes,
actores, directores de cine,
filósofos, luchadores políticos

y todo lo demás que uno pueda
imaginarse. Decir: “Yo soy de Coche”
era mostrar un orgullo merecido
sin soberbia, pero bien estremecido.

También de médicos poetas y aquí
me tienen, escribiendo estos poemas.
Yo soy de Coche, señores, a honra
tengo de serlo, sin desviarme ni un

centímetro del camino inmaculado.
Volviendo al asunto que debía ocuparnos
y del que nos hemos desviado, diremos

diremos que la casa de los estudiantes
fue llenada, de primero, por sus propias
personas; le fueron agregando libros
prestados de bibliotecas, nunca devueltos;
Los libros fueron colocados en estantes
fabricados con tablones soportados por
ladrillos; los discos fueron creciendo
en numero, comenzando por Beethoven

en sentido retrogrado comenzando
por la sinfonia número 9, y de allí
hasta la número 1, y un busto del
gran sordo encima de sus discos.

Los domingos por la mañana
era obligado ritual escuchar
el gran sordo dirigir su música
desde un busto colocado por encima

de sus discos, a través del hermano
mayor, quien dirigía la orquesta
con el dedo índice de su mano derecha
como si fuera una batuta verdadera

llevando el ritmo con el tiempo
con precisión verdadera y realista
sin saber una nota de la musica
era capaz de dirigir la sinfonia entera.

Poco a poco, la casa se fué llenando
con más gente, amigos y amigas
de todos los hermanos, hasta constituirse
en una pena la cual se reunía de forma

periódica a escuchar la musica y discutir
filosofía; muchos grandes amores pudieron
haber surgido de aquellas reuniones;
pero no lo hicieron – al menos abiertamente

o quizás alguno unilateralmente; pero
ninuno lo manifestó abiertamente,
a lo mejor todos se habían marcado límites
para hasta ahí llegar sin comprometerse.

Pero cuando se hacia mas notoria
la naturaleza del jolgorio era la noche
de Año Nuevo: la casa se llenaba de gente
que incluso preferían nuestra casa

a la propia para recibir el Año Nuevo;
tal era la clase de alegría que a todos
embargaba con el estruendo de las
canciones que cantåabamos sonriendo.

Esas noches llenaron una epocá – no
volvieron nunca a repetirse por más que
tratásemos: algo se había quedado
en el camino hasta que sólo es un pequeño

grupo el que se reúne y eso por compromiso.
Razones muchas: viajes, enfermedades,
otras reuniones familiares que se fueron
uniendo al casarse. Para todos un drama

insoslayable. El recuerdo esta allí
en el alma y en el corazón de los ausentes.
En el jardín del frente de la casa
mi madre sembró cinco rosales como

quien siembra cinco hijos, y cinco ella tenía
causalidad? casualidad? propósito?
Quién sabe! Lo cierto fué que fueron cinco
los rosales. Los hermanos mayores

quisieron agregar algo y aplicaron
lo que aprendieron en el liceo: injertos
e injertaron rosas de diversos colores
obteniendo magníficos resultados

rosas multicolores, que fueron envidia
y pasmo de vecinos asombrados
que ni flores habían sembrado
ni mucho menos intentado injertos.

Hace algunos años volvió el mayor
a su viejo barrio: la costumbre no es solo
de Gardel o de los argentinos, el de volver
al arrabal amargo, Amargo fue el resultado

de su visita al barrio: no logró reconocerlo
ni encontrarse con su pasado,lo encontrado
fué un infierno abandonado de Dios
y también abandonado de todos los diablos.

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