Orador de Orden

Teatro a casa llena; orador de orden en el podio; un cuervo que pasaba por el sitio, se detuvo curioso por ver lo que en ese sitio pasaba, entró al teatro y posó sus alas en la última fila, desde donde dominaba todo el ámbito del teatro. Desde allí pudo oir con absoluta claridad al orador de orden. Este defendía la libertad de expresión, de moda en esos días. Al oirle decir eso, el cuervo graznó, con un graznido, más que graznido, un rugido, más que de cuervo, de león dormido: “Yo puedo decir eso! Yo puedo dar ese discurso!” Y lo repitió tantas veces que la Comisión Presidencial del acto, en el acto, nombró orador de orden al animal en vez del hombre. Y fué tan brillante su discurso, tan claro su lenguaje, tan claro lo expuesto, mereció ser nombrado orador de orden de por vida de todos los actos que debían celebrarse de ahí en adelante hasta el final de los días.

Hay animales mejores que los hombres en eso de defender las libertades. tanto las públicas como la de los presos políticos desfallecientes en cárceles esperando la limosna del mandante y poder salir en libertad sin mas detalles.
Vengan a oír el cuervo: qué bien grazna! Que bien dice lo que tiene que decir, qué bien defiende la libertad en general de todos los generales!

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