Hermosos, en colores vivos, sonido estereofónico, me embelesan a mí y
a quienes se los cuente, el alborozo crece a medida que crecen los
recuerdos. Son recuerdos alegres de un pasado feliz, cuando el aire
era más claro y transparente y el amor de Jenny Lind fue ejemplo del
sentimiento más puro del ser humano, el amor creciente. Esos sueños
míos traen el olor de las flores de mi casa de Nuevo al jardín de la
conciencia y alli permanecen, sonrientes, felices, alegrando el aire
y consolando a las mujeres. Esos ingentes sueños traen a la memoria
mía los tiempos de estudiante, el primer amor, el primer paseo con la
bella a las orillas del río. En ese albedrío vuelve ella a tomarme
del brazo, y la oigo decir :Eres mi apoyo, en esta vida y en la otra
el de mis hijos que he confiado a tí únicamente a tí para su
vigilancia, educación, valor instalado, moral elevada. Y yo, paseando.
Pienso en la calidad de la Fortaleza física, mental y wspiritual en tan
frágil estructura como la es la de cualquier mujer. Yo recuerdo,
sosegado, haberla visto trabajar jornadas completas de trabajo duro,
fuerte, en las áreas obligadas de una casa: imaginemos la jornada
comprendida en las 24 horas de la vida de una mujer. Amanece, y ya
antes del amanecer, el agua para el café, hierve en la tetera, las
arepas al horno, la leche en los vasos para los niños en la llamada
lonchera, prepara los sandwiches, levanta a los ninos de sus camas,
tomándolos con manos Fuertes, los baña, los seca, los lleva a la
mesa, sirve el desayuno para mí y mis muchachos. Ella no ha comido
todavía, quizás después, me dice. Terminan el desayuno, los apura,
recoge los trastos y los lanza a al fregadero, luego los lavo,
quizás piensa, mientras vuelve a la amonestación necesitada:
Apúrense, apúrense, niños! Los deja el autobús! Y casi los deja, ellos
tienen que agarrarse de la puerta para poder subir al autobus, el
conductor nervioso por el retraso acelera de pronto y tan de brusca
manera que casi cae al pavimento el varón, nada menos, la hembra, de
primero como siempre, ya había subido. La madre le grita al
chofer, casi al amigo, salvaje! Y una obscenidad insospechada surge de
sus labios: Carajo! Me va a matar a ese muchacho. No tendrá hijos, ese
hijo de p….su madre? Tienes madre? Tienes hijos? El conductor calla,
abrumado por los improperios, nunca la había oído hablar así!! Pero
tampoco habia visto en tal peligro a ninguno de los hijos ni al
esposo. Ya se fueron, al fin, sanos y salvos. Iba a sentarse casi en
la misma puerta, de cansancio, cuando la voz del marido le recuerda
algo: Falto yo, le digo, me habías acaso olvidado? Casi me dice que sí,
se levanta y se acerca a mí, un beso rapido vuela por los aires sin dar
en el blanco, me sonrió y al fin me despido: Nos veremos en la
tardecita! Corro yo, este es mi turno al bate! tras el autobus y de
un salto de atleta me agarro de la puerta, ella me sostiene y me
siento, finalmente quedo muy sentado, pero, ah, pero de una manera que
me estrello, empiernado, como uno duerme con la esposa – pero esta vez
no son las piernas de mi esposa ni es esta mujer tan bella la mía, ni
amante ni compañera ni esposa. Pero sí es la próxima, en mi lista de
víctimas seguras y anotadas. Hola, mi amor, dice la bella jovencita
mirándolo con pícara Mirada, que casi lo desnuda a él y a ella,
de paso y sin tardanza. El conductor lo mira por el rabo del ojo, lo
sorprende, saborea el minuto y la presea, y, caramba, monta el autobus
de un solo bandazo, hecho afortunado, segun consta en los anales del
condado, pues el brusco movimiento hace que, oh fortuna de los
afortunados, hace más apretado el entrepierno. Y entre piernas y
versos, besos de por medio, florece la flor del azafrán, llueve en
las cabeceras del río, y el agua se derrama por el piso del
transporte, sin mojar nada ni a nadie. Es un verdadero milagro, acota
el Cuervo, esta vez paradote en el hombro del chofer. Nadie lo
habia visto, pero el bendito del Cuervo fue el culpable del bandazo,
al clavar sus garras en el hombro del conductor, cuando miró de reojo
el beso chupalenguas que sucedía ante su ojo avizor de cuervo en su tramojo.
Pero volvamos, prestos y deseosos, dejemos atrás este incipiente relajo
el cual terminó seguramente como terminan todos los relajos, en el Gran
Himeneo. Y en un autobús! Dice a la calladita, de Nuevo el Cuervo.
Eso es lo Nuevo, lo feo y lo malo o malo, pero bien vale París una
misa si eso garantiza la boda, el cura, el sacristán, y las limosnas.
Bien bien, bien, ya vamos llegando, ya llegamos, ya hemos
arribado a la casa, al sitio donde dejamos a la esposa antes del
comienzo de la cuasitragedia terminante en relajo completo y
completado. Hallamos a la fiel esposa, sentada al pie de la palmera
anexa a la puerta del honor en entrepiernas. Y piensa: me he olvidado
de Julián! Se levanta de un tiro, sale por la puerta del fondo, se
mete por la otra puerta del otro fondo, halla al bueno de Julián
sentadote en el borde de la cama, se sienta ella a su lado y oh
sorpresa! Ninguna sorpresa, dice Balzac y zapatea pa otro lado. La
infiel arrastrada por el temporal de fuerzas tan extrañas que no las
reconoce termina en otro Nuevo esfuerzo, el apareo con quien no debe
hacerlo, Algo Nuevo? Nada Nuevo!
No vale la pena seguir en observancia perenne las 24 horas de
la vida de una mujer, Baste dejar establecida una sola cosa: la mujer
es más fuerte que el hombre, a pesar de los que piensen lo
contrario. Acéptenlo y vivirán felices. Rechácenlo y morirán en el
mas fecundo de los oprobios.
Epa, Isidoro! Llévanos al cine de Montparnasse, están dando por
última vez El Ultimo Tango en Paris! Y de acuerdo con el guión de la
pelicula, Marlon el Brando entra en el apartamento, encuentra la
francesita en el piso, la ayuda, la traduce y la dignifica, si usted
sabe lo que eso significa, La Schneider se levanta, todavía pulcra,
pulquésima e integerrima Y le dice, la muy escandalosa, volveré
mañana, Y el buenote del Brando, volvió esa mañana esplendorosa y al
cabo de una miserable hora de angustiosa espera, quedóse con los
crespos hechos y el arma en bandolera, La francesita no apareció, ni a
esa hora ni ese día, ni nunca. La vieron por Broadway del brazo del
judio Woody el Allen, amante de Manhattan de antes y de ahora como
nunca antes amaron a la isla nadie, nadie,
Todo lo cual nos lleva en sutil empaque a la moraleja de siempre:
No te pongas dos pelucas, no eres calvo. No digas de esta agua no he
de beber, pues tendrás que beberla hasta el cansancio, No digas nunca
no volvere a escribir, porque escribir, sí, volverás, pese a todo,
las críticas, los embarques, los naufragios, derelictos en la sentina
de los barcos que se hunden sin que nada los detenga.
Adiós, mi negra linda! Donde vas, a estas horas, Soledad
Campbell? Y la Naomi le hace un mohín de amor promiscuo, Vámonos de
bonche, negra linda, esta noche, la luna esta tan llena que arroja
dardos de amor promiscuo a todo el mundo, en especial al Bagre, esa
noche de franco en el Cuartel de Nanterre, Y de cama en cama, y de
bonche en bonche, de mujer en pañales a mujer sin ropas en marcha
triunfal por el Paris de noche, de la Macumba Habanera a los
mataderos de Muchinga, y de allí en Concorde a las catacumbas de Paris
y a las cloacas de la Roma imperialista, Gran derroche de fuegos
artificiales decoran los cielos de Pekin, los juegos de artificio más
espectaculares del mundo.
Y el Cuervo, de pata en en pata, de curda en curda, anda de
borracho perdido dede la Plaza Garibaldi a la calle Caminitos, en la
Buenos Aires de un ayer infinito.
Esta noche me emborracho!!! Y tan de borracho estaba que
cayó al Gran Canal de Venecia, lo arrastraron las aguas hasta la playa
Lido, y allí esta todavía sentadote, cual estatua de primor
incomparable admirando a la Venus Afrodita cada vez que la dama emerge
de las aguas, visión inaudita que nó sólo merece una misa en Paris sino
un matrimonio, si es necesario para contemplar, primero el crepúsculo,
después la Basílica y el Campanile, más tarde degustar una copa de
buen Pinot el Giglio, comer uno o dos framezzini chez Giuseppe. At
last, but not least, tomar el vaporetto, atracar an la playa Lido, y
desde allí, contemplar el Puente Viejo y el de los Suspiros, and then,
and not before, ver como de las aguas tranquilas de la bahia en dulce
calma, como emerge, visión paradisiacal cual ninguna otra el cuerpo
desnudo de una mujer en posicion de tiro y la miras cuando ella,
deseosa, invita a disfrutar del Gran Himeneo.
Señores y señoras, Herren und Damen, l’espectacle est terminee.
Au revoir, ma Cherie, dream a little sweetest dream about me and you, and
no one else.