ESTOS SUEÑOS MIOS

Hermosos, en colores vivos, sonido estereofónico, me embelesan a mí y
a quienes se los cuente, el alborozo crece a medida que crecen los
recuerdos. Son recuerdos alegres de un pasado feliz, cuando el aire
era más claro y transparente y el amor de Jenny Lind fue ejemplo del
sentimiento más puro del ser humano, el amor creciente. Esos sueños
míos traen el olor de las flores de mi casa de Nuevo al jardín de la
conciencia y alli permanecen, sonrientes, felices, alegrando el aire
y consolando a las mujeres. Esos ingentes sueños traen a la memoria
mía los tiempos de estudiante, el primer amor, el primer paseo con la
bella a las orillas del río. En ese albedrío vuelve ella a tomarme
del brazo, y la oigo decir :Eres mi apoyo, en esta vida y en la otra
el de mis hijos que he confiado a tí únicamente a tí para su
vigilancia, educación, valor instalado, moral elevada. Y yo, paseando.
Pienso en la calidad de la Fortaleza física, mental y wspiritual en tan
frágil estructura como la es la de cualquier mujer. Yo recuerdo,
sosegado, haberla visto trabajar jornadas completas de trabajo duro,
fuerte, en las áreas obligadas de una casa: imaginemos la jornada
comprendida en las 24 horas de la vida de una mujer. Amanece, y ya
antes del amanecer, el agua para el café, hierve en la tetera, las
arepas al horno, la leche en los vasos para los niños en la llamada
lonchera, prepara los sandwiches, levanta a los ninos de sus camas,
tomándolos con manos Fuertes, los baña, los seca, los lleva a la
mesa, sirve el desayuno para mí y mis muchachos. Ella no ha comido
todavía, quizás después, me dice. Terminan el desayuno, los apura,
recoge los trastos y los lanza a al fregadero, luego los lavo,
quizás piensa, mientras vuelve a la amonestación necesitada:
Apúrense, apúrense, niños! Los deja el autobús! Y casi los deja, ellos
tienen que agarrarse de la puerta para poder subir al autobus, el
conductor nervioso por el retraso acelera de pronto y tan de brusca
manera que casi cae al pavimento el varón, nada menos, la hembra, de
primero como siempre, ya había subido. La madre le grita al
chofer, casi al amigo, salvaje! Y una obscenidad insospechada surge de
sus labios: Carajo! Me va a matar a ese muchacho. No tendrá hijos, ese
hijo de p….su madre? Tienes madre? Tienes hijos? El conductor calla,
abrumado por los improperios, nunca la había oído hablar así!! Pero
tampoco habia visto en tal peligro a ninguno de los hijos ni al
esposo. Ya se fueron, al fin, sanos y salvos. Iba a sentarse casi en
la misma puerta, de cansancio, cuando la voz del marido le recuerda
algo: Falto yo, le digo, me habías acaso olvidado? Casi me dice que sí,
se levanta y se acerca a mí, un beso rapido vuela por los aires sin dar
en el blanco, me sonrió y al fin me despido: Nos veremos en la
tardecita! Corro yo, este es mi turno al bate! tras el autobus y de
un salto de atleta me agarro de la puerta, ella me sostiene y me
siento, finalmente quedo muy sentado, pero, ah, pero de una manera que
me estrello, empiernado, como uno duerme con la esposa – pero esta vez
no son las piernas de mi esposa ni es esta mujer tan bella la mía, ni
amante ni compañera ni esposa. Pero sí es la próxima, en mi lista de
víctimas seguras y anotadas. Hola, mi amor, dice la bella jovencita
mirándolo con pícara Mirada, que casi lo desnuda a él y a ella,
de paso y sin tardanza. El conductor lo mira por el rabo del ojo, lo
sorprende, saborea el minuto y la presea, y, caramba, monta el autobus
de un solo bandazo, hecho afortunado, segun consta en los anales del
condado, pues el brusco movimiento hace que, oh fortuna de los
afortunados, hace más apretado el entrepierno. Y entre piernas y
versos, besos de por medio, florece la flor del azafrán, llueve en
las cabeceras del río, y el agua se derrama por el piso del
transporte, sin mojar nada ni a nadie. Es un verdadero milagro, acota
el Cuervo, esta vez paradote en el hombro del chofer. Nadie lo
habia visto, pero el bendito del Cuervo fue el culpable del bandazo,
al clavar sus garras en el hombro del conductor, cuando miró de reojo
el beso chupalenguas que sucedía ante su ojo avizor de cuervo en su tramojo.
Pero volvamos, prestos y deseosos, dejemos atrás este incipiente relajo
el cual terminó seguramente como terminan todos los relajos, en el Gran
Himeneo. Y en un autobús! Dice a la calladita, de Nuevo el Cuervo.
Eso es lo Nuevo, lo feo y lo malo o malo, pero bien vale París una
misa si eso garantiza la boda, el cura, el sacristán, y las limosnas.

Bien bien, bien, ya vamos llegando, ya llegamos, ya hemos
arribado a la casa, al sitio donde dejamos a la esposa antes del
comienzo de la cuasitragedia terminante en relajo completo y
completado. Hallamos a la fiel esposa, sentada al pie de la palmera
anexa a la puerta del honor en entrepiernas. Y piensa: me he olvidado
de Julián! Se levanta de un tiro, sale por la puerta del fondo, se
mete por la otra puerta del otro fondo, halla al bueno de Julián
sentadote en el borde de la cama, se sienta ella a su lado y oh
sorpresa! Ninguna sorpresa, dice Balzac y zapatea pa otro lado. La
infiel arrastrada por el temporal de fuerzas tan extrañas que no las
reconoce termina en otro Nuevo esfuerzo, el apareo con quien no debe
hacerlo, Algo Nuevo? Nada Nuevo!

No vale la pena seguir en observancia perenne las 24 horas de
la vida de una mujer, Baste dejar establecida una sola cosa: la mujer
es más fuerte que el hombre, a pesar de los que piensen lo
contrario. Acéptenlo y vivirán felices. Rechácenlo y morirán en el
mas fecundo de los oprobios.

Epa, Isidoro! Llévanos al cine de Montparnasse, están dando por
última vez El Ultimo Tango en Paris! Y de acuerdo con el guión de la
pelicula, Marlon el Brando entra en el apartamento, encuentra la
francesita en el piso, la ayuda, la traduce y la dignifica, si usted
sabe lo que eso significa, La Schneider se levanta, todavía pulcra,
pulquésima e integerrima Y le dice, la muy escandalosa, volveré
mañana, Y el buenote del Brando, volvió esa mañana esplendorosa y al
cabo de una miserable hora de angustiosa espera, quedóse con los
crespos hechos y el arma en bandolera, La francesita no apareció, ni a
esa hora ni ese día, ni nunca. La vieron por Broadway del brazo del
judio Woody el Allen, amante de Manhattan de antes y de ahora como
nunca antes amaron a la isla nadie, nadie,

Todo lo cual nos lleva en sutil empaque a la moraleja de siempre:
No te pongas dos pelucas, no eres calvo. No digas de esta agua no he
de beber, pues tendrás que beberla hasta el cansancio, No digas nunca
no volvere a escribir, porque escribir, sí, volverás, pese a todo,
las críticas, los embarques, los naufragios, derelictos en la sentina
de los barcos que se hunden sin que nada los detenga.

Adiós, mi negra linda! Donde vas, a estas horas, Soledad
Campbell? Y la Naomi le hace un mohín de amor promiscuo, Vámonos de
bonche, negra linda, esta noche, la luna esta tan llena que arroja
dardos de amor promiscuo a todo el mundo, en especial al Bagre, esa
noche de franco en el Cuartel de Nanterre, Y de cama en cama, y de
bonche en bonche, de mujer en pañales a mujer sin ropas en marcha
triunfal por el Paris de noche, de la Macumba Habanera a los
mataderos de Muchinga, y de allí en Concorde a las catacumbas de Paris
y a las cloacas de la Roma imperialista, Gran derroche de fuegos
artificiales decoran los cielos de Pekin, los juegos de artificio más
espectaculares del mundo.

Y el Cuervo, de pata en en pata, de curda en curda, anda de
borracho perdido dede la Plaza Garibaldi a la calle Caminitos, en la
Buenos Aires de un ayer infinito.

Esta noche me emborracho!!! Y tan de borracho estaba que
cayó al Gran Canal de Venecia, lo arrastraron las aguas hasta la playa
Lido, y allí esta todavía sentadote, cual estatua de primor
incomparable admirando a la Venus Afrodita cada vez que la dama emerge
de las aguas, visión inaudita que nó sólo merece una misa en Paris sino
un matrimonio, si es necesario para contemplar, primero el crepúsculo,
después la Basílica y el Campanile, más tarde degustar una copa de
buen Pinot el Giglio, comer uno o dos framezzini chez Giuseppe. At
last, but not least, tomar el vaporetto, atracar an la playa Lido, y
desde allí, contemplar el Puente Viejo y el de los Suspiros, and then,
and not before, ver como de las aguas tranquilas de la bahia en dulce
calma, como emerge, visión paradisiacal cual ninguna otra el cuerpo
desnudo de una mujer en posicion de tiro y la miras cuando ella,
deseosa, invita a disfrutar del Gran Himeneo.

Señores y señoras, Herren und Damen, l’espectacle est terminee.
Au revoir, ma Cherie, dream a little sweetest dream about me and you, and
no one else.

BARLOVENTEÑAS

LA BULLARANGA, El BULLERENGUE, LA BULLA GRANDE, MERENGUE
MEREQUETENGUE, La Burundanga la Maricutana, la mucurita de barro, la
pimpina de aguardiente, todos, juntos y revueltos, mujeres, hombres y
sensos, suspensos marchan de uno en uno, de consuno y de contento por
mis calles de Barlovento, por los cerros de mi Macaira, Sur de
Altagracia de Orituco.

Ahi viene la bullaranga! La bulla y ya empieza! Arrima e’ tambó, mi
negro, arrima ete pacá, el otro jala pallá! La cumbia baja de monte
Fairen se alza al compás de la rumba y la cumbiamba que canta la negra
grande y la llevó a Panama. Dale que dale a lo cuero, negro benbón de
la Trinidad, el calipso ya monta y se remonta el río por los lados de
Tumeremo y Callao! Tambor de hojalata lo mismo que tambor de cuero
chivo, Chivo, repite el tambor! Lo va paga con tu cuero, que chivo que
rompe tambor con su pellejo lo paga, ai! Mira negra, mira ya como se
menea la mata de yuca, y la negra y la mata de yuca bailan las dos
al compás! El cumaco, suena y resuena y vuelve así resona! Tiquititaqui
de mina, quitiplás y quitiplás, que más dá! La banda borracha ya no
sabe cómo toca, pero así memo toca, y también sabe bailá! Dale que
dale p’allá! Mueve el catre negra linda, dame espacio, que más dá! Y
entonando la xaranda , revolotea al pasae, cambia la tona y comienza
de Nuevo el quitiplás plás plás. Furruquea, furruquea, negra de
demonio anda, cumbea la cumba morena, cumbéala ya, pero ya! Que se me
caen las medias, y no voy a poder rumbiar. La catacumbia, se abre la tumba y
sale el zombie de mi apá! Como el Dios de lo negritos mando a jace
hala cumbia va a reventa! Sudan que sudan lo negros, los blancos se
ponen negros, que barbaridad!

Y oigan todos, campesinos, citizens de mi ciudad, gendarmes los
necesarios, policias gran cantidad, pa qué, mi blanco, pa qué? Pa
cuidalos eso na má! Comienzan a oirse los tambores por los cerros de
mi pueblo natal, la Danta de las Teresas a orillas del Tuy central, el
ruido de los tambores se escucha por todas partes de montañas de
Caucagua, de Tapipa y Merecure. Y sin que mucho se apure, de las
calles de Cudiepe, asi lo llaman no má! Bajan los negros la cuesta al
compás del la mina y el bat! La conga ya va empezá, la soga va a
reventá, se soltaran los animales y los hombres al compá, Ya viene
meneándose la mata de yuca, menéase la mujer de Antonio, la mata de
reseda agita en el aire sus flores y un baño de caña dulce pone de
todos colores a la multitud cuando en un revoleo de faldas que se
levantan al caliente aire de la noche se le ve el trasero a Petra que
es una delicia, negra, véngase pacá! Pero lo mismo dicen los
hombres, los toros y el semental y la piramide se alza, da vueltas. Y
VUELVE a empezá!

Únense, negros, negras, niños y niñas, burras y burros, jamelgos y
campesinos a orilla de ese camino de triunfo total que de Curiepe a
Caucagua y vino de Birongo a Curiepe: aullante, a ritmo de salsa
marcha la Banda que entuavía no eta borracha, Endespués, la negra
Pancha dándole con el tambor grande, al mina, y al culoepita:
Barlovento, Barlovento, tierra negra y del Tambor ! grita el Eduardo
Serrano padre, lo canta el Serrano hijo, le sigue el Alfredo
Sadelico, gordinflón de llano adentro; le sigue la Negrita Cariñosa,
continúa la parranda milagrosa el Tael Montano, de las Españas de mi
ancestro llega el otro Rafael y canta: Yo soy, señores, el
Alberti del Grito por la Libertad, el Montand que tanto montaba en la
montonera francoespañola, como la Dolores Ibarruri por las orillas
del Tajo.

El canto, el sonoro, el inmortal, salta barreras, baja a las
praderas, vuelve a subir esta vez más alto, revolorea por entre las
nubes, regresa, baja al mar, lo reciben las olas y éstas lo besan en
comunidad de sueños y quimeras.

Libertad, libertad, la única, preciosa libertad! La de la
Revolucion Francesa, tantas veces violada y humillada, elevación y
caída, vuelta a elevar y vuelta a caer, tantas veces que ya la gente
perdió la noción de tiempo y lugar, La liberta de la Corona Española
anunciada por Miranda, destruida por Bolívar, quien arrepentido, la
vuelve a elevar y la bandera la clava en lo alto del Chumborazo, la
devuelve a Caracas en un lapso de apenas minutos.

La liberta de los esclabos de Nabuco, quienes se rebelan y al marchar
hacia la Tierra que se les había prometido, entonan el Himno, uno de
tantos, este de su libertad.

O patria mia, tan amada y tan lejana – como duele el corazón al verte
alejar más cada día!

EL MUNDO DE EDMUNDO Y LA RAYMUNDA

El mundo en el cual el Edmundo y la Raimundda transitan hoy
por senderos olvidados, es un mundo de erráticas palomas, poesías sin
escribir, largos, larguísimos ratos de un ocio sin medida. Pasan
los días y las noche sentados en el porche perdidos en un mundo de
sombrías incursiones, recuerdos de hechos de desagradable sabor,
resistidos sin medida a ser olvidados, amargan, embargan de dolor,
aúpan el pavor y al final, desaparecen sin dejar huella para
volver a aparecer un Segundo después. Parece que no se van a acabar
nunca esas imágenes malditas, murmura el vejestorio, con olor azufrado,
extrañado de oler así, pues el recuerda- y eso lo recuerda bien – que
ese olor es de su compadre el Diablo, todas las Diablas y la corte de
los milagrosos milagreros, sabandijas, cucarachas, mendigos, carteristas,
mendicantes, truhanes, proxenetas, piretas gordas y flacas, monos
disfrazados de lombrices, perdices cantando como sapos, sabios que
no saben nada, ignorantes que lo saben todo. El mundo de Edmundo y la
Raymunda es en resumen un mundo nauseabundo y ostentoso, fachendoso,
ochentoso, famoso cual melcocha de mi pueblo.

Qué melcochas, amigos, qué clase de melcochas! Qué textura, sabor, excelencia
pura! Pero dejémonos de vainas, dijo el cura y sigamos en la propuesta
que traíamos! Hablábamos cuando fuimos interruptos por la chusma de
corruptos que hoy nos degonierna, del mundo de Edmundo y la
Raymunda. Es verdura, pero no apio. Hablemos para más mejor
hablar, del mundo de Raimundo! Momento, caballeros! Párenme eso, ahí
mis mohicanos! Se trataba de Raimundo, no de ninguna Raymunda, pues
paréceme a mi menda que se trata de la que más abunda por todas estas
tierras: la Inmunda! Aplausos, risas, cuchifletas todas en
gran alarde vocal de pasantía. Ahí, mi caballo! Grita la
Marinería, la Carpintería, la Utilería, la Jardi Mezzosoprano, quien ya
con sus gorgoritos animaba el evento. Un negrazo adelanta un pie,
retrasa el otro, levanta el brazo, apunta con su dedo índice al
cielo, e impreca con voz estentórea pero medio aguardientosa, o mejor
decir, aguardientosa y medio: Falta uno, el más importante, Yo, el
Supremo! Y adelante un paso al frente, dos a la izquierda , uno a la
derecha y luego tres al frente. Yo me llamo, en realidad, Hernando!
Otro más para la lista , dijo el mismísimo Cuervo, lápiz y papel en
mano. A este paso, se acabaran los mundos y no terminaremos de nombrar
a todos esos pendejos candidatos! Y en un decir Jesús lanzó lápiz y
papeles al aire, el viento presuroso los llevó a donde las buscavidas
permanecían de guardia desde días anteriores, y a cada una le tocó su
mundo y su Don Abundio y su Mister Floripondio.

El resto, hombres y mujeres alike, íbanse en un minuto a marchar
del sitio, en correcta formación. Mientras en un pienso, comenzaban
la alineación correcta, oyóse la Voz del Amo, digo, del Cuervo.
Momento! Caballeros, sólo úno! Graznó el cuervo y desde la rama del
abeto mayor, les dijo, y esto fué lo que dijo y hoy les comento:
Vayamos en busca del Tesoro Escondido, un Nuevo Mundo, mejor que el
nuestro, convertido por la obra y la desgracia de un jafarote
militar de puro buche, mucha pluma, pero nada en el pico, en un
mundo de porquerías infamantes! Pronto, mucho muy pronto debe caer el
Bigotudo, pero mientras tanto, hagamos lo debido: vayamos en bote
presurosos, a buscar el mundo prometido, allá, mas allá, de nuestras
indefensas e inexistentes fronteras! Al Norte Helado, donde siempre
hemos ido y al parecer estamos condenados! Y una flota de pesqueros
de todos los tamaños, tipos y formas como quieran, zarpó de La Guaira
un día hacia el Mar Caribe, pasó por el Mar de la Felicidad, zarpó
en el malecón por breves minutos, durante con sigilo y dormidero de
los guardias de turno, a bordo subió un grupo de mulatos de gran
alzada, sin armas, rostros muy bien afeitados, y uno que parecía ser
el Jefe, les dijo, avisados, mis muchachos, no se den a conocer a
nadie, esperen bajo cubierts y salten al llegar al Puerto de Nueva
York. Ah, dijo el Cuervo, el Norte Helado de la quimera de todos los
venezolanos, hasta de los enemigos del llamado Imperio!

Bajaron todos, entrevistaron autoridades, recorrieron calles y
avenidas, teatros y centros de consumo. Esto está muy bien, parece
servir, pero, también hay ciertos signos ominosos, queda aún un
rescoldo de discriminación racial. Hoy! Por Dios el Santo! No.
De allí, volaron a Los Angeles y San Francisco. Lo mismo: pareció
ser conveniente, pero, siempre el pero, demasiada mariquita por las
Plazas y las calles, hasta dentro de la Catedral de la Ciudad, llamada
Notre Dame. Pavarotti tuvo que aguantar uno de esos birolos la noche
de su resonante concierto de Navidad en la inmensa y bella Catedral.
Nada, el Cuervo dixit, sigamos nuestra búsqueda. Vayamos ahora a
Toronto y Quebec, zonas de mítica referencia por todos los visitantes
quienes por allí pasaron, Esta vez, por tierra, avanzaron a paso de
casi derrotados los migrantes y una vez llegados, qué hallaron:
discriminación otra vez, pero de la lengua francesa por la inglesa.
Quien no hablase francés con la dicción perfecta, no era bien
recibido ni atendido en restaurantes o negocios ni hoteles, Tenía
sencillamente que marcharse del país. Curiosamente, uno de los mas
fervientes propulsores de la secesión, fue el General De Gaulle,
quien atreviese en una visita de Estado, a pronunciar en publico con
esa voz de Jupiter tonante que poseía, “Vive le Quebec livre!” Y el
aplauso nó lo dejó continuar.

Qué remedio nos queda? Preguntó entristecido el Cuervo, sino
continuar la saga? Y emprendieron viaje rápido a la capital de un
continente llamado Islandia, muy frío, pero con mucho calor en los
corazones, tierra donde reinaba y reina aún la ma grandiosa forma
de la Paz, con mayúscula y acento en la a. Revisaron ambientes,
sembradíos, fábricas, acerías, reuniéronse con las llamadas fuerzas
vivas, compararon estadísticas: ni un muerto infantil ni materno,
ni una enfermedad infecciosa, nunca la hubo; promedio de vida 100
luminosos Abriles. No podemos pedir más, comentó el Avechucho, y allí
quedaron, sembraron raíces, aprendieron el idioma que creyeron al
comienzo inaprensible. Adaptaron otras raras, y extrañas formas de vida
y costumbre, ingresaron a otra fé que no la de sus padres. Pero la
recompensa sobrepasó todas las esperanzas. Una vida plena, satisfecha,
pacífica. Los hijos al fin encontraron donde crecer sin miedo y sin
apremios. Atras quedaron muchos, es cierto, en la patria y por los
caminos del olvido. Ni remedio. Eran los daños necesarios.
Pero para los que llegaron se abrió el camino de la esperanza, el amor
y la vida eternal, junto con el amor del sol que para todos brilla
sin excepcion ni impedimento.

Solo el líder temporal del Nuevo Exodo volvió a Caracas en vuelo
rasante de horas solamente. Iba y fué en busca del Tesoro Escondido
en las bóvedas del Banco Central, en las entrañas del enemigo. Mejor
lugar ninguno. Nadie del Gobiernito pensaría jamás que los recursos
en dólares están bajo sus mismas narices. Al Cuervo le abrió la
puerta uno de los directives principales del Banco, Federico Maza
Zavala, hijo del gran Domingo Efe. De allí, llevó las pacas de
billetes en transporte blindado conseguido y conducido por Federico
disfrazado hasta la esquina del Edificio La Francia, nido de joyeros
judíos, donde el más judío de todos los cambió por diamantes, de fácil
transporte, los cuales en apena un bolso, cabían millones en pocas
piedras preciosas, preciosas de verdad. El Cuervo, raudo y presto las
trasladó en su pico en vuelo por los mares hasta la capital de
Islandia donde convertidos de nuevo a dólares, sirvieron para gastos
iniciales de mucha gentte y mantenimiento por más tiempo e igual
número de personas, hombres, mujeres, niños. Nadie allí, como en
otras partes y otros tiempos, ningún venezolano pasó hambre ni lo pasó
en los tiempos por venir.

El Cuervo, un ave realmente entristecido, volvió al fin, a la
tierra de sus padres, y a la ciudad de su infancia el pueblo de Santa
Teresa del Tuy. Allí está todavía, rumiando sus recuerdos y sufriendo
del mal de amores por una bella pueblerina que un día le movió el piso
y por poco el ave no habría sido el héroe de esta leyenda.

HISTORIA DE LA MAYOR TRAGEDIA PRESENTIDA

Contada para mayor detalle por el único sobreviviente, Yo, el supremo,
Agustín Roa Bastos, paraguayo guaraní de pura cepa, autor de la obra
similar “La Revolución de los Azules”, del guión de la película,
director de la misma, de la adaptación al teatro, novio de la madrina
del equipo Magallanes, amante de la princesa Carolina, campeón de
natación de la nación más poderosa del planeta! Al menos, eso dicen
ellos – falta ver qué dicen los demás.

Faltaba más, mi negra linda! Y la negra linda mueve la cadera,
inicia su tumbao, aparece la Banda tocando por el lado izquierdo del
escenario, la pachanga se agrega, el Perez Prado y puja el pujido
cataclísmico que aun hoy lo caracteriza. Mambo!! Grita a la
marinería, la chiquillería y el Chimborazo, el Caracazo, el Carajazo,
la carcajada y la jacaranda. Qué risa, caballeros, qué risa! Ni la
del país cuando salía el Presi bigotudo a decir misa por la tele! Qué
ni qué tele! Era un dele que dele, manteniendo en vilo al país y a la
negra cariñosa que andaba as always repartiendo cariño, carantonas,
mariajuanas al granel! Fidel, Fidel, duro con el gringo, duro con él!
Y Fidel muy sonreído se ponía duro como siempre con el Gringo, con el
Pana, con el Che, con el Cienfuegos quien andaba por ahí encendiendo
fuegos para quemarlo a él, al Fidel, al Comandante Eterno, Líder el
único, el incommensurable, incontrastable, contradictorio,
valetudinario, Contrarevolucionario!

Cómo dijo, Cómo dijo! Eso sí es inaceptable.
Al paredón! Y ahí marchan los cadetes, en correcta formación, rumbo
al paredón y a la muerte segura, seguramente segura de toda seguridad.
No va a quedar nadie para echar el cuento, le dice Celia. No importa,
lo echaré yo, el Unico, el… No vuelvas con ese arroz con mango, mi
querido amor, te vas a corromper! Y se queda callado quien nunca se ha
podido callar, La Celia, la mujer, es el único personaje que puede
hacer callar a un hombre, su hombre y todos los hombres del mundo!.
Así es, así mismo es, grita la jardinería.

Pero, amigos radiooyentes que hoy nos escuchan, mañana quizás no,
dependiendo de la brisa y el jamón, no es a este galimatías que
hemos venido hoy. No? No, qué va! O hemos venido a contar como nadie
ha contado la verdadera historia del monje loco – no, eso tampoco. A
contar la verdadera historia de una tragedia presentida. A eso
vinimos, y a eso iremos en un momento, a contar el cuento más
sospechoso de este mundo cruel en que todos vivimos y todos moriremos.
Siéntense, pónganse cómodos, enciendan un cigarro, tómense un café,
sienten a una chica en sus rodillas, pero hasta ahí no más, eh? Ojo
ojo, piojo, que la noche es larga y la ocasión propicia. Arranquemos
pues el velatorio. Es necesario de una vez? Quizás sí, o no, pero es
mejor prevenir, no es así, mi chévere doctor? No hay respuesta, el
doctorísimo se ha ido a Master.

Bien, bien, no lo vamos a esperar. Ese buen medicastro tardará horas
metido en ese su laberinto de ahora. Más mejor, comencemos el relato
que nos trajo en alas de los pájaros hasta sentarnos en las
incómodas butacas de este cine. Mr. Radonsky nos tiene veramente
fritos en aceite quemado.

Sucedió pues, que un día todos los días, pero, precisamente ese
día, una pareja de felices enaamorados se hallaban platicándose al
oído dulces palabritas de amor sincero, sentados en sillas cómodas,
alrededor de una mesa cálida, donde humeaban muy gustosas dos tazas
de café. El hombre moreno claro, pelo castaño oscuro, y, qué raro,
ojos azules, infinitamente azules, indicativos como lo indica la
genética, debe ser el hombre descendiente de la etnia zulu o bantu,
procedentes del Africa del Sur. Raro suceso, no doubt. Pero más
asombroso aún: la mujer era negra, muy negra, retinta como la noche
más oscura de toda oscuridad la mas perfecta, y además, pelo liso, muy
liso, recogido en trenzas maravillosas. Quieren más? Les doy menos, lo
que queda para la identificación absoluta: unos ojos azulísimos, del puro
azul del cielo más azul que hemos conocido. Esos era, a no dudarlo
nadie, dos ejemplares de la belleza más absoluta desde los tiempos de
la Venus Afrodita, la pintura y escultura de las más celebres del
mundo. El hombre le dice, al oído, para no ser oído por oídos
curiosillos: debemos procrear un hijo nuestro, sin casarnos? Te
preocupa eso? No, claro es que está bien. Ese hijo debe ser producto
de la mezcla o unión perfecta de nuestros genes, dando lugar así, de
esa singular manera, a un ejemplar perfecto de la raza más
inteligente, la nuestra, la zulu bantu de nuestros antepasados
ilustres. Pero para eso, debemos acudir al empleo de la ingeniería
genética, ya capaz de hacerlo todo, y el hijo resultante será en su
totalidad genial, un ejemplar o espécimen de la más pura raza, la
nuestra. Nuestros descendientes serán los únicos sobrevivientes sobre
la faz de la tierra, los otros desaparecerán del todo por la
degeneración de todas las razas. Ella, convencida, muy alegre, iba a
levantarse de la silla cuando una voz poderosa se hizo oír por los
parlantes que rodeaban la plaza: Atención, ciudadanos! La voz iba en
aumento y se oía dedesperada. Una tragedia, la mas terrible de las
tragedias se ha cebado en el cuerpo herido de nuestra digna Patria! Una
horrenda aguada, toneladas de agua bajan con la más extraordinaria
fuerza que puede adquirir el agua cuando desciende del cerro a
velocidad extrema, está arrasando en estos precisos momentos el litoral
central. La masa de agua está barriendo, como si fueran insectos, las
casas, edificios, avenidas y todo lo que encuentra a su paso,
arrastrando rocas, edificios, casas, hombres, animales, enseres
domésticos, autos, palos, palmeras, arenas hacia la playa – y al borde
mismo de la playa bebes de meses, niños de pocos años, sólo unos pocos
infantes sobreviven y son rescatados por un destructor de la Armada
venezolana subiendo los niños a bordo – pero oh maldición gitana, dejan
a sus madres en la arena! Quién, por todos los Santos del Cielo y los
diablos del infierno, dió tan malhadada orden? Dicen que fué una
mujer! Y madre, ella también! Por desgracia era cierto. Esa infernal
noche docenas de niños de todas las edades perdieron sus madres y
ellos su vida en la oscura noche de los desheredados de la suerte,
Aún hoy, décadas después, ignoramos todos su paradero, menos para su
deshonra y desgracia la comandante que dió esa noche la orden más
descarada de nuestra historia. Que mil maldiciones caigan sobre
ellla? No, para qué? No tiene sentido, La maldad tampoco tiene
sentido. Perdón para ella entonces, paredón para los que cumplieron
esa orden la noche de los mil demonios desatados.

La pareja llora mientras oye las noticias. Deciden, sin decírselo
escapar, escapar, del país si es necesario. Pero no iba a suceder, el
Destino no lo dejaría. Comenzó de repente a oírse un ruido
terrible, el más terrible conocido jamás por oídos humanos – el del
comienzo de la creación del mundo, placas tectónicas
ancestrales moviéndose bajo los pies de los presentes, y el movimiento
lo sentían todos aterrados, y todos oían el pavoroso estruendo, y el
terror aprisionó las mentes y las manos. Horror de los horrores. No
hubo tiempo para siquiera mover un dedo, de inmediato el movimiento de
ondulación sacudió los cimientos de todas las construcciones, Todo
comenzó a desmoronarse como si fuesen castillos de papel y
paredes hechas de endeble catadura, Poco a poco, todo ser viviente,
toda torre, la plaza, las arboledas, avenidas y calles se los tragó
materialmente y de una sola engullida, la tierra en revulsión. Esta vez
va en serio, dijo alguien, mientras caía al abismo. Y en serio fué al
fin y definitivamente desapareció en momentos toda la franja
litoral central, la autopista, todo el abta de Caracas y luego la
ciudad entera, en una implosión que se recordaría por todos los
tiempos al final de los tiempos, y aún después de ellos. Al norte de la
Cordillera, de la Costa hundido y perdido para siempre! Debió ser
ese el Destino reclamado? No, por supuesto que no. Hubiesen bastado las
simples medidas preventivas para evitar la catástrofe pero es mucho
pedir al Hombre que sea previsivo. Nunca lo ha sido, dirán quienes
deban decir algo.

Parecería a muchos de ustedes que la vida no volvería a renacer
en esos sitios macerados por el fuego de las entrañas de la Tierra.
Pero, y es un gran Pero, la vida siempre ha resistido a
quienes pretenden borrarla del planeta. Jamás lo conseguirán. La
resiliencia del germen de la vida es hecho varias veces comprobado. Y
una mañana, feliz, por entre las ruinas, brotó una flor. Una flor! Gritó
el viento y lo celebró batiendo sus sonoras bandas. Una lombriz asomó
su naricita calentada al sol, una hormiga asomó sus antenitas, una
mariposa maravilló al sol con sus colores amarillos semejantes al
sol. Y la vida continuó sin apuro y sin enojo, rumbo seguro al
inmortal sendero.

Por supuesto esto no sucedió. Están ahí, todavía por un todavía
que será muy lento en volverse vida, las ruinas del Macuto Sheraton,
como antes de los pisos superiors de la Mansion Canaima, como antes
las de los edificios de Los Palos Grandes, como antes las producidas
por el terremoto del cuatricentenario de Caracas, como antes la del
Terremoto de 1812. La misma historia, caballeros de la Tabla Redonda
pero en diferentes sitios. La condena de Caracas, condena eterna de
obligado cumplimiento quién sabe por cuál pecado cometido, del cual no
conozcamos nada sus habitantes.

Ahora, señoras y señores, Herren und Damen, váyanse a sus casas,
están de seguro hastiados de tanta ignominia. Acuéstense en sus
cómodas camas, amen a sus bellas mujeres, que las caraqueñas tienen la
fama muy merecida. Y los que no quieran hecer eso porque no podrán
dormir, conduzcan de nuevo sus autos por la autopista de La Guaira,
muy mal renovada pero dá paso, y lleguen a la playa del Hotel
Guaicamacuto – el nombre original después Macuto, luego Macuto Sheraton.
Allí, escojan la piedra más grande y blanca que allí esté, siéntense
a su sombra, escuchen lo que el mar les cuente, conmovido, como fué
esa terrible destrucción. Ustedes lo oirán y junto con el mar
planificarán la reconstrucción, en primerísimo lugar del malecón,
después puede venir lo demas. Pero el malecón es primordial: por allí
pasearemos a los niños todas las tardes.

Lo que será, será. Lo que ha de ser, será, por los tiempos que
vendrán, que serán, indudablemente, mejores, los mejores de todos
los tiempos por venir. Amén! Amén!

DIOS PROVEERA!

RÍE PAYASO

LA SERIEDAD FACTOR DE UN GRAN DOLOR

Amigos míos y de todos los que aquí trabajamos, que la seriedad duele,
y duele, donde más debe doler, como lanza en un costado. No te deja
mover, y si lo haces, el dolor se hace más agudo y lacera sin
misericordia, tejidos, venas y arterias. Sólo cede, al más mínimo
movimiento de una sonrisa feliz. Entonces, la alegría va tomando el
lugar del dolor, desaparece la lanza imaginaria, se reparan en
segundos los tejidos y todo vuelve a ser felicidad donde antes hubo
dolor y lanzas por donde quiera. Sonría, y el mundo reirá con usted;
ría y obtendrá el mismo resultado, llore, y sólo llorará usted,
solitario, en medio de un desierto sentimiento que pronto asimismo
morirá. Es un dicho antiguo, pero no por antiguo menos cierto.

Ría una mujer, ah, no sólo el mundo entero se le unirá en la risa,
el sol, las estrellas, los mares y océanos, los pájaros en vuelo, el
cielo, los dioses, los Olimpos, los vientos, los montes y las
llanuras, los grades ríos, el Orinoco, el Amazonas, el Paraná, todos a
una, serán una inmensa sonrisa que dominará todos los cielos.

Oigan los que tengan oídos y puedan oir una carajada Sonora,
femenina, y no Habrá Rincón en el mundo entero donde todas las campanas
doblen a holgorio con entusiasmo de acero.