KILROY WAS HERE!

Graffiti of the postwar . Years in another era of this poor Humanity,
rotten  airs, beloved countries, beaten continent of my love’s labours
lost. The motto appeared , ubiquitous, malodorous, in every possible
place, corner, surface free of any words, things, clothes hanging,
etcetera.  But nothing, in a wild exercise of imagination, prepared
him for what he saw one day, at the beach, in the beach, in the beach,
over it, under it, wherever his eyes wandere’d : in every woman
getting a suntan,  the omen appeared, clear as the day it was engraved.

But this time it did not say: “Kilroy was here”, it said “I was
here.” Surprise, surprise. I, as in I, me , myself?  But there it was,
written clearly, from thigh to thigh, from side to side, from
trocanter to trocanter. I looked at the girl, recognized her: Good
God, it was her, my wife, the one I left this morning and promised to
pick up at the beach, for lunch.

Was not her  a miracle, a rainbow, a dream?

Yes, she is, said the Raven, and smiled.  A raven smiling, is a miracle, indeed.

Las Maldades

Crees, desventurado, que la maldad tiene un límite? Lamento informarte que nó. No lo tiene, no hay fronteras para la maldad, el daño, la ruina, la desgracia, el dolor que pueda inflingirte otro ser humano como tú, igual que tú, que también pudiera sufrir igual que tú. Qué horrible desviación, por citar un ejemplo, pudiera inspirar la medida tomada por las autoridades de este país, tu país, el país de todos?

Me refiero a la medida de la cual por supuesto no te has enterado por las vías normales, prohibida está la comunicación de la población con sus familiares en el extranjero. No podrás enterarte de nacimientos, bodas, compromisos, decesos, mudanzas, nuevos números de teléfonos donde llamar a tus amigos. No podrás enterarte, Dios del cielo, del día y hora en que este despropósito termine y el Gran Caimán se haya marchado o muerto. Hasta ese conocimiento te lo quita el mismo que se ha de morir en algún momento.

No podrás notificarles a tu vez, los mismos sucesos de aquí a los que están afuera. Sin mencionar y aquí viene lo bueno: el próximo paso lógico es prohibir en el mismo país hacia dentro lo que acaban de prohibir hacia afuera. No podrás llamar a Maracay a tu hermana a preguntarle por su salud ni darle cuenta de la tuya. No sabrás nada de nada, vivirás en un limbo exquisito, una soledad profunda, una burbuja aislante donde no hay arrriba ni abajo, ni dos lados a donde voltear buscando el equilibrio.

Silencio en las gradas, en los bleachers, en los teatros y cines, stadiums, autopistas, carreteras, compañîas de telefonîa, fronteras,
puertos, aeropuertos, ríos lejanos y cercanos, silencio en las tumbas de los vivos y los muertos. Sólo una sola voz se oyó en todo el Universo. Una sola, pero suficiente para la conmoción provocadora: Díganme Ustedes, Dios existe?

Ya No Hay Nada Entre Los Dos

Gritó enfurecido el marido a la esposa en medio de una discusión
sin ningún motivo. Sólo queda separarnos, fué su sentencia
al final del altercado sucedido. Nada? pensaron los dos al mismo
tiempo. Y esos hijos, mirando con asombro la disputa feroz entre

sus padres. Ellos, pensaron los padres son fantasmas de un amor
desaparecido? Nosotros, pensaron los hijos somos nuestros propios
fantasmas, que nuestros padres no eran también fantasmas de sí mismos.
Fué tal el dolor agudo que sintieron, infarto en desarrollo, no hubo

tiempo de detener el estallido de arterias víctimas de malos entendidos.
Los enterraron los hijos, en un mismo sitio, lado a lado, unidos en muerte
como no lo estuvieron en vida. Ahora, cuando los hijos decidieron casarse
cada uno por su lado, resolvieron en tácito acuerdo
no firmado: jamás habría entre ellos ni un sí, ni un no, ni un quizás, ni a lo mejor
ni quién puede saberlo. Jamás discutieron, jamás se dividieron –
todo lo hacían juntos, ellos con sus hijos, sus hijos con ellos.. No pudieron
nunca distinguir quién era quién, cual cual, tan grande semejanza

no hubo quien pudiera delinearla de quién era cada cada.
Una huerfanita presenciaba los hechos, en espera de ser
adoptada por alguna pareja sin hijos, y hubiese algo entre
marido y mujer, cemento duro soldadura armada, preguntaba

a quien quisiera oírla: qué pasa con aquellas parejas sin hijos?
Ese es otro cuento, contestó la magistrada. La última pareja sin hijos
en este Tribunal, decidieron separarse; ahora viven, uno en
Canadá, el otro en los Estados Unidos, frontera de por medio.

La huerfanita, gozosa, lanzó un susurro: pero eso es seguir juntos!
Yo quiero que me adopte esa pareja!. Lo consiguió, ahora los separados
tienen algo en común: son felices. Buena treta! pensó el poeta. La
magistrada salió a buscar en los asilos de huérfanos, a quien adoptar

teniendo algo en común, la Juez y el abogado de la Judicatura con respuesta
a los casos de divorcio tan frecuentes en esta época y en ese tribunal
donde regentaba la Magistrada Jueza. Agpto dos, para mayor abundamiento.
Ahora, felices, magistrada y juez tienen algo en común, dos bellos hijos

por quienes vivir, trabajar, confiar y esperar. Allí están, en la dulce espera
de otro hijo, concebido por ella. Dios había intervenido, metido su mano
hecho el milagro. Tendrás un hijo! será mi hijo, será un Dios!
Fue su sentencia. Hoy tienen en común: dos ángeles y un Dios. Todos los días
le rezan a a Dios, al hijo y al Espíritu que entre ellos residía.

El Sexo Está de Moda

El sexo está de moda, caballeros! Abran esa puerta, el sexo viene
caminando como Chencha, desde el fondo de la calle; no hay nadie que lo ataje
e impedir pueda su avance imaginario; apresúrense a montarse
en esa ola sexual que está ahogando al mundo con su esperma.

Pero primero, mis queridos querubines, hagamos una historia de
la moda, esa que tanto preocupa a industriales para poder seguir
ganando su dinero a raudales y sin ningún esfuerzo físico o de la
mente ni del cuerpo. Primero fueron los hombres prehistóricos:

quienes pusieron de moda la caza. No había troglodita respetable
que no tuviese en el balcón de su casa el trofeo admirable de un
pez de altura, atravesado por una flecha diestramente manejada –
era una cosa muy admirada por todos sus semejantes (todos eran

trogloditas en potencia.) Después, fué la moda de comer la comida
(había otros que comían otra cosa, pero era motivo de alegría; algo
había que comer!). Heliogabalo comía muchas veces al día al ex-
tremo de vomitar para darle lugar a la nueva comida, paso como lo

cuentan los chismosos del momento. Siempre ha habido chismosos
en todo tiempo y lugar – imagínense ese espectáculo, mis benditos
trogloditos. Vómitos viejos y recientes por todas partes y todo el día.
Ahora, anuncien las campanas, toquen las trompetas, las chirimias

y las chirituyas, no hay que ser egoístas, ha llegado su majestad El
Sexo, y está reinando todavía. Las actrices de Hollywood y de la po-
lítica lo llevan como quien lleva un premio ganado en el maratón de
Atenas. Cameron Diaz, la hija de su padre (ella tiene padre pero no lo

parece, por ver como se comporta: no ha habido autoridad que la domine)
la niñita núbil, en fin, lo hace en público, como lo demuestran los últimos
videos de ella, los cuales ella invita a todos a bien ver en el sitio web que
la muestra, exhibe y saborea. Clinton, sin ir mas lejos que el río Potomac

al lado de la gran capital del mundo, gringos dixit, también lo hizo en público:
tener sexo entre las piernas mientras tomaba importantes decisiones, no tan
importantes como el sexo que había entre sus piernas. Pero no más importante
como lo contó el congresante con el cual hablaba: Perdóneme señor representante

permítame un instante, que quiero darle a la situación
que usted plantea. Hubo un silencio muy pequeño y fugaz –
el congresante oyó un murmullo, una especie de jadeo que él no pudo
explicarse. Se lo explico, no era tan difícil suponer la proeza
de hacer esas dos cosas al mismo tiempo y en la misma fecha.

Solo faltó que lo filmaran; no hubo necesidad, la descripción
que ella le dió al Congreso en pleno tenía tantos detalles de
grandeza, casi se llena de saliva el piso de tan augusto sitio
casi jadearon ellos mismos junto con él, el gran sinvergüenza.

No conformes con eso
los pudibundos norteamericanos, discutieron el caso también en publico y casi
defenestran al inocente angelito presidente de todos los malandros que en el mundo
han sido y sean. Todo esto sin escándalo de nadie, ni siquiera de la Iglesia que ya
pudibunda se ha mostrado en otras sutilezas que han pasado.

Un momento! ya sabía yo que algo me faltaba

por decir, perdónenme la falla pero a mi ya el motor me pistonea, hace
gárgaras con las ideas y ni lavo ni presto la batea. Deben ustedes recordar,
jóvenes de la nueva era la moda del peinado causando furor entre las
mujeres bellas (y no tanto) que asoló la tierra como la peste bubøonica de
pasado: que si la Poumpadour, que si la Basinette, la flor en adornar el pelo,

las crinejas, las trenzas a los lados, el rollo en el occipucio, que puso a rugir
a muchas fieras. Yo recuerdo una famosa peluquera llamada Nerta; vivía
y tenia su propio negocio cerca de la Iglesia de San Angel, ciudad de Mexico.
La cola para peinarse iba con ella desde la Iglesia de San Angel hasta la llamada

estatua del Angel, kilometros de distancia. Hubo además el beber en exceso y sin
medida: en las sociales reuniones tanto de la alta como baja clase media, habían
torneos de bebida, a ver quien más rápido bebía un gran trago de alcohol de
ún solo trago, sin respirar siquiera, animado por los gritos de los presentes en

la indigna porfia. No cesaba el aullido hasta no ver inconsciente en el suelo,
en coma etílico, a quien le tocaba ese día. La cosa terminó de un solo golpe, igual a la bebida
cuando el piso quedó sembrado de hepáticos cirróticos – al fin cedía la vil epidemia
de la bebida, fulminada por el clero y los padres de familia.

Tocaba al sexo causar estragos todo el día, todas las noches, en cualquier sitio,
lugar o temporada, invierno cual verano, otoño y primavera. Está ahora terminando cuando las
blenorragias se han hecho resistentes, y nadie quiera ya tener

el sexo que tannto gusto daba a los pacientes. Cuídense,
jóvenes seminaristas que atienden este seminario, del sexo
indiscriminado, abusivo y descentrado . No quiero decirles
como pueden terminar: en un calvario, crucificados por las

Neisserias(ojo: Neisserias, no esnias, ni otras secta apintaladas
por una que otra espiroqueta pálida, pálida por no haber tenido
sexo mucho tiempo. No se adelantes, estudiantes presentes
no se postulen para Presidente, pueden ser víctimas inocentes

de mujeres malvadas y políticos inconscientes.

Alargar La Vida

Diga Usted, preguntó el curita empantuflado que lo miraba con mirada sardónica, dígame, viejo sinvergüenza, cuál es su última voluntad antes de estirar esa pata que tiene encogida escondida detrás de la sabana, a ver si no la ven y no tiene que estirarla? Pues le diré, mi querido Sancho Panza (Ud. se le parece, no le parece a Ud): Mi última voluntad antes de morir, es alargar mi vida! Cómo, preguntó el gordo, eso es una incongruencia, una blasfemia, no sé cómo llamar esa ocurrencia. Usted lo que pretende es no morirse nunca y estar tomándole el pelo a la calva que llaman la muerte. Esta, más disgustada que nunca, resolvió para castigarlo, llevárselo de una vez y así fue. Se murió de repente, ante el asombro general de los presentes. No había podido, al final, cumplirse su última voluntad como mandan los 10 mandamientos.

Tú que me lees, acosado por el miedo a la muerte, muérete cuando te toque, aunque la muerte te lleve; ni antes ni después como querías en tu testamento.

Muérete, acaba con este sufrimiento! Asciende al cielo en medio de cánticos y in gran relajo de los angeles, porque te moriste, viejo chuchumeco.